Translate

viernes, 9 de mayo de 2014

Capítulo 21 - Futuro y Destino


Miró por la ventana. El aire gélido de Cróton se había ido, y había sido remplazado por una noche primaveral de Fertoan. Derye miró la cuidad. Seguía igual de impactante que cuando la vio por primera vez. Sus colores dorados, iluminaban la ciudad entera, incluso el recuerdo del cuerpo del dragón en la Tarberna del Jamie Coll, era inexistente. Solo una cosa le llamó la atención, no había nadie en la cuidad, solo guardas de Cróton, eso resultó raro.

-¿Estás bien?- Le preguntó Sebastian. Ella le miró.

-No, voy a ver a mi familia otra vez, y no podré decirles nada ni decirles que estoy viva. Les voy a dejar con la sensación de mi muerte a flor de piel, aun.- Dijo con un tono bastante serio.- No sé por qué quieres que venga.

-Creo que es bueno…-Le dijo él. Miró a Claire- Además, ella quería que vengas.

-Sí- Confirmó la niña, sonriendo a la vez que comía uno de los dulces Crotonienses.
Derye no dijo nada, solo abrazó a Claire y le acarició el pelo. Se quedó pensativa, algo iría mal, lo presentía.

Durante el tiempo en el que había estado en Cróton, Sebastian le había pedido el colgante y el anillo, necesitaban una prueba de que había muerto. Cuando se lo devolvió, ella lo guardó en una pequeña caja de terciopelo. Siempre lo llevaba con ella. En parte la esperanzaba a pensar que era una forma de decir adiós a los sentimientos que tenía por James, pero la verdad, prefería no pensar en eso.

-Estas muy guapa- Dijo Claire- ¿Verdad, Sebastian?

Sebastian rió y la miró unos instantes. Derye esperaba su respuesta, en parte, era lo magnético de su “relación”. Sebastian notó que esperaba y dejó escapar de sus comisuras una sonrisa.

-Igual de guapa que Afrodita.- Dijo él con una sonrisa. Derye frunció el ceño.

-Creia que no os interesaban los dioses mundanos, y menos los romanos.- Le contratacó ella.

-Admiramos la belleza, falsa o verdadera.

Derye iba a decir algo pero Aintera la interrumpió.

-“Hemos llegado. Derye, sabes que podemos ver el…”- Comenzó Aintera, pero Derye la calló.

-“No, no me digas nada. Sé que podéis ver el futuro. No quiero saberlo, Aintera”- Le dijo ella- “No quiero saber que va a pasar.”

La dragona protestó, pero Derye no hizo caso y bajaron. Claire la cogió de la mano y Sebastian la abrazó con el brazo, atrayéndola a él.

Ella le miró dubitativa, pero asintió. Iban a ir, nada cambiaría y volverían a Cróton. Todo seguía como hasta el momento, así nada iría mal.

Sebastian se sintió aliviado con la mirada de Derye, lo había comprendido. Se relajó y mantuvo una pose de rey, tan digna de él.

Caminaron unos metros, pero Sebastian corrió hasta la dragona para coger algo.

-Tomad- Dijo lanzándoles unas mascaras negras con diamantes azules y plumas negras en la parte de arriba.- Ponéroslas.

-Son…- Pensó Derye- Bonitas.

-No me gustan- Admitió Claire, mirando a Derye con cara de pena- ¿Tengo que llevar esto?

-No se… ¿Sebastian?

-Sí. No he traído otras.- Levantó los hombros- Vamos, Claire. Piensa que eres Catwoman, la chica que sale en la tele.- Rio.- Y tú, Derye. ¿No crees que nos quedan bien?- Preguntó poniéndose la máscara. Derye rio por primera vez en todo el día. Sebastian sabía cómo se sentía y agradeció que la hiciera reír.

Derye se acercó a él y rozó sus labios. Escuchó la risa de Claire y Sebastian se quedó quieto unos instantes. Sonrió.

-Vamos- Dijo Derye.

***

La música de baile sonaba por todo el salón. Mucha gente estaba reunida allí, inluso humanos. Eso resultaba extraño ¿Qué hacían humanos en Heelis?

Eran las nueve y el cielo estaba totalmente oscurecido, el salón proporcionaba la iluminación necesaria para que pareciese de dia.

Daniel estaba observando el panorama con su típica risa, pero algo distrajo su atención.

-Estoy aquí- Dijo James. Iba vestido con un traje negro y una máscara acorde.

-Elegante- Examinó Daniel. Obviamente era un cumplido normal, él iba aún más elegante. 

Su traje blanco con tonos dorados y su máscara negra, llamaban mucho la atención.

-Me pediste que me vistiese así- Protestó James. Se acercó a él y se dieron un abrazo amistoso. Daniel le alborotó el pelo.

-Sí. Hoy es un día especial. La luz lunar, ya sabes- Dijo él, mirando a la multitud de gente.

-Hay humanos- Insinuó James.- ¿Qué hacen aquí?

-Invertir.

-¿Cómo que invertir?- Preguntó James desconcertado.

-¿No creerás que esto siempre ha sido así de rico, verdad?- Se rio James.- Abastecer a la población y mantener esto no es tan sencillo, James.

-Entiendo.

James observó también la multitud junto a Daniel desde el estrado. La mayoría de las personas que estaban ahí las desconocía, pero se alivió al ver a los Bianchi. Los Bianchi habían sido perdonados por Sebastian a cambio de tierras destinadas a los agricultores. James odiaba admitir que Sebastian sabía controlar bien un imperio.

Se fijó también en la familia Fosternight y Greenhouse. Después de unas semanas encarceladas, Daniel les dejó volver a su rutina normal, pero tuvieron que jurarle fidelidad. Kyle Fosternight fue el que más protestas e impedimentos puso, pero finalmente accedió. Daniel sabía manipular a la gente.

El sonido de tambores alertó a la gente. Los Elfos entraron. Vestidos de negro, desde que Daniel les había obligado, hicieron su aparición. Eso solo significaba una cosa.

-Han llegado- Dijo Daniel.

-Hombres y damas, el Emperador ha llegado.- Dijo Galbat. Daltea estaba a su lado.- El Emperador Sebastian junto a su hermana, y pretendienta, hacen su entrada en Fertoan. Darles la bienvenida.- Proclamó Galbat, mirando hacia Daniel.

La gente aplaudió y comentaba sobre la pretendienta de Sebastian. Era una joven pelirroja con unos preciosos ojos azoláceos. Iba junto a Sebastian, enmascarada. La pequeña hermana del rey, la cogía de la mano.

James se fijó en ella, había algo familiar en su pose, pero lo que hizo que él la observara, era que iba a ser la primera víctima de su venganza.

Daniel y James bajaron hacia el Salón. La gente siempre miraba a James, era el joven más apuesto de casi todo el rey. Era deseado por las mujeres de Fertoan, además de tener el título de mujeriego.

-¡Sebastian!- Le saludó Daniel, acercándose y abrazándole.- Cuanto tiempo, dos meses han pasado.- Dijo mirándole fijamente con una sonrisa un poco falsa e intencionada. Miró a Claire.

>>Pequeña dama mía- La saludó besando su mano. La niña se rio.

Finalmente Daniel observó a la joven que acompañaba a Sebastian y con una sonrisa maliciosa, le besó la mano- Mi dama- Dijo él.

-Bienvenidos- Saludó James, observando a la chica. Por un momento pensó en realmente cortejarla, pero sus planes iba más alla. Besó su mano.

-Preciosa dama, guardadme un baile- Le pidió James- Por favor.

***

Derye observó el Salón nerviosa. Hacía dos meses que no había visto el gran espacio elegante que era. Incluso la volvió a sorprender. El contraste tan cálido del Castillo de Fertoan, con el de Cróton, era impactante. Mientras Cróton era perfecto y frio, Fertoan era cálido e impactante.

La gente la miraba. Reconocía algunos rostros. Cuando vió a los Bianchi, apartó la vista. No quería ser descubierta. Pero se quedó mirando a un joven que estaba sentado en una mesa, Kyle. Su hermano estaba junto a Beatrice hablando, pero se giró al verla. Entonces hizo una reverencia. Beatrice también. Eso la commocionó de tal manera que se cogió del brazo de Sebastian. Él la acercó para que no perdiese el control.

En ese instante se acercó Daniel. Saludó a Sebastian y a Claire. Después a ella, besando su mano. Le dio mucho asco, pero le dedicó la sonrisa más falsa que jamás habís podido interpretar.

-Bienvenidos- Escuchó Derye. Esa voz tan grave y aterciopelada…Era James.
La sorprendió verle junto a Daniel, tan buenos amigos. En parte le dolió. Que rápido había olvidado su “muerte”.

Lo que más la impactó fue como la saludó. Besó su mano. Ella miró a Sebastian, pero él no dijo nada. Incluso cuando James le pidió el baile, ella simplemente aceptó con un leve movimiento de cabeza. No podía hablar, Sebastian se lo había explicado, podían descubrirla. Lo máximo que podía hacer, era interactuar con monosílabos, en casos extremos. Sebastian le prometió que estaría con ella en todo momento, así no sería necesario que hablase.

La música sonó en ese instante y James cogió de la mano a Derye, llevándola a la pista de baile. Ella miró a Sebastian, él cual había sido retenido por la conversación de Daniel.
James y ella quedaron uno enfrente al otro. La música marcó un vals. James comenzó a dirigir. La cogió de la cintura y la tomó de la mano. Ella miró su muñeca, no llevaba su pulsera.

Derye se enderezó y su mirada azolácea con toques marrones, miraron los ojos de James, totalmente azules.

-Es extraño.- Comenzó a hablar James.- No me puedo creer que…-La miró, lo cual puso un poco tensa a Derye- …una mujer tan elegante y hermosa, sea la pretendiente de ese patán- 
Dijo mirando a Sebastian.

-¿De quién debería si no pues?- Preguntó ella, cambiando el tono de su voz habitual a uno más refinado e infalible. Su voz dejaba al descubierto cierto enfado.
James la miró unos segundos. Algo era raro.

-¿Cómo os llamáis?- Demandó James. Ella no respondía.- Me llamo James.

-Os conozco. En Cróton hablan de vos.- Dijo ella. La pregunta del nombre la había pillado de improviso.

-¿Y que dicen de mi, las malas lenguas?

-Sois prometido.- Contestó, girando y cambiando de mano.

-Era.- Sonrió de una manera demasiado seductora.- Me libre de mis obligaciones. Mi gran amigo Daniel me hizo el favor.- Rio él.

-Valla. ¿Sois muy amigos ?Por lo que dicen las malas lenguas también, os llevabais mal.- Se acercó hasta quedar al lado de su oreja y le susurró-Dicen que fue él el que asesinó a la hermana del rey.

James la soltó. La música en ese momento terminó y disimuló el repentino movimiento de James. Derye se alejó de él.

En ese instante, cuando James vio a la pretendienta de Sebastian caminando de espaldas, un “dejabú” se apoderó de él. Iba a acercarse a ella, pero Sebastian la cogió de la mano. Entonces Daniel anunció la fiesta de la Luz Lunar.

***

Había bailado con mucha gente, a la cual solo respondía con monosílabos. Derye ni siquiera recordaba sus caras, solo una se le venía a la mente. James. Sus ojos, su boca…La forma en la que la había soltado. Su gran vivir, que no se veía aplacado con su ‘’Muerte’’. Quería en parte alegrarse de que la hubiese olvidado, o quizás nunca le tomó importancia, pero en el fondo, dolía.

El baile había acabado y las criadas, las cuales sorprendía a Derye ya que antes no había casi, la llevaron a su habitación de invitados.

Derye sintió curiosidad de ir a la ala norte, donde estaba su antigua habitación. Tuvo que ir escondiéndose de la gente con la que se encontraba, pero finalmente llegó.

Estuvo contemplando la puerta unos segundos, miró a los lados y detrás, y entró. Cerró la puerta tras de sí.

Cuando observó su cuarto, ahogó un grito. Su habitación tenía sus mueves con sabanas encima, para evitar que es polvo se acumulase. Parecía la típica habitación abandonada.
No pudo seguir ahí, y salió corriendo.

Corrió por el gran puente cubierto que conectaba con otra parte del castillo. La luz que se filtraba iluminaba su cara, pero también la oscurecía las columnas que habían.

Se topó contra alguien. Cuando vio quien era, quiso correr.

Era su modista, Jeral. Jeral era un chico que tenía un gusto exquisito para ella, era amable y también un gran conversador. Tenía una obsesión por medirle las muñecas cada dos por tres. Y era gay, lo cual le convertía en su cómplice y mejor amigo durante su estancia en Cróton. 
Pero en ese momento no quería comenzar a hablar sobre moda o que le midiese las muñecas así que saludó con la mano y se dirigió a la Biblioteca.

Una vez abrió la puerta, la cerró y escuchó a través de esta si la seguía.

No la seguía. Suspiró aliviada.

-Valla, la chica misteriosa va sin su máscara.- Bromeó una voz que le erizó el vello de la nuca.- Sabía que a las chicas les encanta pasar rato conmigo, ya que tengo fama de apuesto, pero venir a estas horas a buscarme…-Se acercó hacia ella, estando unos metros de distancia. Derye podía olerle, olía a noche.- ¿Está insinuándoseme?

-No, ya me iba.- Intentó escapar ella.

-Las chicas os volvéis locas por mi- Dijo él y a continuación dijo en voz muy baja.- Excepto una…

Derye sintió en corazón en un puño. ¿Sería ella?

-¿Y quién es si se puede saber?

-Murió. No tiene importancia.

Ella se quedó en silencio, girada y dándole la espalda a James.

-Ha sido un error. Me voy a mi cuarto- Dijo ella rápidamente. Con su tono habitual. James lo notó

-Espera.- La cogió de la muñeca. Ella se negaba a mirarle. La descubriría tarde o temprano.

Derye, finalmente, le miró. James mostraba terror en sus ojos. Parecía que estuviese viendo un fantasma, que en términos relativos, lo era. -Derye.- Dijo en voz baja

-Derye- Volvió a repetir.- ¿Cómo…? El anillo…¡Daniel me enseñó el anillo!

La chica le miró. Sabía que hacer, proteger la paz. No más guerras innecesarias, si ellos sabían que estaba viva, volverían a luchar. Apretó la bolsa de terciopelo que tenía atada a su bolsillo. Solo quedaba una opción.

-Le dije que lo hiciese.- Mintió. Él la miró, con los ojos abiertos.

-¿Por qué, Derye?- Le pidió él. Estaba frustrado.- No sabes lo que he sufrido cuando me lo contaron ¡Me quería morir!- Gritó.

-Pero al parecer, tu estado, fue rápido y pasajero. Un sentimiento, al igual que cualquier otro- Derye se movió un mechón castaño, con la luz pelirrojo.- Además, te hiciste muy amigo de Daniel.

Derye estaba enfadada. Pero no lo había dejado fluir en su tono de voz. Su tono era frío, altivo.

Finalmente miró la muñeca de James. James lo notó.

-Fue para vengarme. Vengar tu muerte, para después padecerla yo.- Reveló James. Su tono de voz estaba afligido y mostraba lejanía en sus ojos, recordando ese tiempo. Sus ojos la buscaron de nuevo. No a ella, si no en su interior. Derye había cambiado.

-Pues no es necesario- Le miró ella y enderezó la espalda.- Estoy perfectamente. Y todo va muy bien así. Deberías seguir así. Si no será comunicado a tu superior.

La luz de la chimenea que había en la biblioteca daba un aspecto cálido al lugar, pero se sentía más frio que nunca por las palabras de Derye.

-¿Le amas?- Preguntó James. Derye observó la poca vida que albergaban sus ojos, llegados a ese punto.

-Ya no sé qué es el amor, James. Si te refieres a sí quiero quedarme con él, sí.

-¿Te casarás con él?

Casarse. Esa palabra la dejó pensando. Nunca lo había considerado, pero si decía que no, sabía lo que iba a pasar.

-¿Lo harás?- Volvió a preguntar él. Ella no puedo responder, James la besó. Era un beso cálido y desesperado. Buscando arrepentimiento de lo que ella había dicho. Ella se apartó.

-Sí, James. Me casaré con él- Dijo fríamente ella, saliendo se la biblioteca.

James estaba aún de pie allí, con la mano estirada donde había tocado la mejilla de Derye. Lentamente su mano calló.

-Está muerta. Su corazón está muerto- Dijo en voz baja. Observó algo que se le había caído. Lo tomó. Una bolsa de terciopelo, dentro había una cajita. Y dentro de esta, algo que hizo que James saliese corriendo de la Biblioteca.

***

Sus solitarios pasos marcados por sus tacones, acompañaban a Derye. Había dicho lo más cruel y doloroso para ella, que nunca había hecho. En parte se alegraba de haberlo hecho, así todo iría como hasta ahora. Volvería  Cróton  seguiría viviendo normal. Pero otra se arrepentía. Sentía que estaba cerrando la puerta a todo su pasado. A su hermano y su madre, que al verlos en el baile, evitó. A sus amigos. A James. A ella misma.

-¡Derye!- Gritó James, a pocos metros. Estaba corriendo.

Ella intentó correr, pero los tacones la hicieron caer. Maldijo en voz baja.

Cuando se levantó, James estaba delante de ella. La levando él, y la volvió a besar. Esta vez era un beso apasionado, pero dulce. Ella no se separó esta vez. Le acercó más.

-No vuelvas a mentirme- Dijo él en susurro contra sus labios.- Siempre has guardado el anillo ¿Verdad?

James le enseñó la pequeña caja con su anillo. La cogió de la mano y se lo puso.

-No te lo vuelvas a quitar, nunca.

-Es demasiado tarde, James.

-Nunca es demasiado tarde cuando siento esto por ti, Derye.- Él la miró con temor de lo que estaba a punto de decir- Me he acostado con todas la mujeres que habitan en Fertoan, Derye. Solo buscando alguna que te remplazase hasta mi muerte. Solo he sentido vacío con ellas. Siempre veía tu rostro en  el suyo y me maldecía por no poder estar contigo. Por haberte perdido, y no poder recuperarte nunca.

>>Cada día que me levantaba y con mujeres a mí alrededor o sin ellas, solo pensaba en acabar pronto con mi venganza y morir. No podía imaginar un mundo sin ti. Desde la primera vez que te vi en esa discoteca con tu hermano, fuiste una parte que se instauró en mi alma. Por eso te conté cosas que no tenía que contarte. Por eso, cuando te veía con Sebastian, antes de que se convirtiese en un asesino y un manipulador, te dejaba con él. Porque eras feliz, y no me importaba estar sin tí, mientras tu estuvieses feliz. O simplemente por estar aquí. Viva, y poder verte. Quizás ese haya sido mi mayor acción egoísta, pero te necesitaba. Y lo sigo haciendo. Y si desaparecieses otra vez, moriría.

Los ojos de James esperaban alguna reprimenda, desprecio u odio. Pero Derye no hizo nada de eso, solo le abrazó y enterró su cabeza en su pecho.

-Nunca vuelvas pensar en morir, James. Nunca.

Des de lo lejos, Pout observaba la escena. No sabía si informar a Sebastian o no. 

Ultimamente el chico se había comportado raro. También le pedía que vigilara a Derye, de que nadie la descubriese. Sebastian se iba a enfadas cuando descubriese eso.

Cuando vio la escena de Derye y James, suspiró. Tanto él como Aintera, por ser seres mágicos, sabían que el destino de aquellos dos, era imposible de alterar. Aunque fuese un destino de muerte, era un destino que por mucho que Sebastian alterase, era el mismo.

El futuro, era incierto también.

viernes, 2 de mayo de 2014

Capítulo 20 - No y sí.

Otra mañana desde el día de la batalla, James se levantó al escuchar los gritos del guarda crotoniense que lo llamaba.

Abrió los ojos perezosamente y observó la celda unos instantes, sucia y húmeda. La poca luz que se filtraba, provenía de una pequeña ventana embarrotada. James sacudió la cabeza, alborotándose el pelo aún más de lo que lo tenía. Miró al guarda.

-¡Basura, despierta!- Gruñía el guarda. Era bastante graso y alto. Su pelo oscuro marcaba aún más su rostro.

-Maldito gordinflón…- Dijo para sí mismo James, mientras se levantaba de la sucia y dura cama, en la que había dormido durante una semana.

-¡¿Qué has dicho, basura?!

-Lo que has oído, gordinflón.

El guarda se acercó hacia él y le lanzó un puñetazo. James se cogió de las rejas para no caerse, pero finalmente cayó.

En otras situaciones, James podría haber acabado en segundos con el guarda, pero dos cosas lo evitaban.

La primera, estaba esposado y la poca comida que le daban, lo habían debilitado. Y la segunda, no quería vivir.

Después de la noticia sobre que Derye había muerto, James dejó de luchar y se entregó. El collar que le había dado a Derye era la prueba de su muerte. Daniel, el traidor, había traído la cadena con el anillo, llena de sangre. Él mismo admitió haberla matado. Admitió confabular con Sebastian, admitió que sabía la situación de Fertoan, y se proclamó rey segundos después de que se llevaran a Kyle a prisión.

Durante aquella semana, el pueblo se vistió de negro. Los guardas Crotonienses habían ocupado cada rincón de Fertoan, la opresión se sentía en el ambiente. Los hombres de cada casa del reino, habían sido reclutados a hacer trabajos forzados, y las mujeres, eran criadas. Anteriormente, cuando Kurt y James tenían el mando, el palacio había estado vacío durante años, sin casi criados. Después de la derrota, había sido reocupado. Obviamente Daniel quería obtener toda la comodidad posible.

Mientras el guardia llevaba a James, y le lanzaba cada insulto de lo más desagradable, James solo pensaba en dos cosas: la venganza y la muerte.

Al llegar ante la que antiguamente había sido la biblioteca, ahora era un cuarto de  técnicas anticipadas de ataque, James sacudió la cabeza, dejando así su pelo con un aspecto sombrío.

Las puertas se abrieron y pudo ver a Daniel. Su pelo rubio casi blanco destacaba en el gran traje negro y rojo que llevaba. La corona le sentaba estúpidamente bien. Por un momento James pensó que tenía imagen de rey, pero eso solo causó que una ira se apoderara de él. Las pocas fuerzas que había conservado durante la semana las utilizó para ir contra él, pero los guardas se interpusieron y lo tumbaron en el suelo. Daniel sonrió y se acercó hacia él.

-James, James, James. Mi querido amigo- Dijo en modo de saludo- ¿Qué te ha ocurrido? Te veo cansado…Muy humano.

-Púdrete- Le espetó mientras le escupía- Te mataré.

Daniel se sentó en cluquillas, quedado frente a frente. Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro y con un aire siniestro e inquietante dijo:

-Dudo que en tu estado puedas. Estás más débil que Derye cuando acabé con ella.
Al terminar la frase, el odio en los ojos de James reapareció y forcejeó para poder lanzarle un golpe a Daniel. Fue un fracaso.

-Pensaba que podríamos ser amigos, James- Se apenó falsamente Daniel mientras volvía a ponerse de pie.- Pensaba que… Quizás tú también ansiabas poder, pero caíste enamorado de esa chiquilla.

-Me daba igual esa chica, solo la protegía porque era la hermana de Kyle, el rey.-Mintió James. Su plan consistía en ganarse la confianza de Daniel. Al parecer el chico le miró confundido unos instantes, parecía desconcertado.

-Antiguo rey, James. Así que…¿Es así como piensas?- Preguntó curiosamente mientras reposaba el peso en el pie izquierdo.

-Sí- Dijo levantándose.-Mi rey, ahora os sirvo a vos- Se quitó el pelo de la cara y lo miró con sus penetrantes ojos- Es solo…que esta podredumbre me aborrece.

Los guardas hicieron el gesto de volverlo a sentar, pero Daniel con la mano les ordenó irse. 

James sonrió y aparentó estar bastante satisfecho.

- Valla, valla, valla. Me siento aliviado- Admitió Daniel- El mejor guerrero de todo el reino de Fertoan, no ha tenido que ser asesinado.

-Esperaba que me entendieseis, mi rey. Soy fiel a Fertoan y a su gobernante. En este caso, usted es mi rey. Solo os sirvo a vos.

-Creo que vamos a llevarnos bien, James- Dijo finalmente Daniel. Se acercó hasta James y le dio un abrazo, dándole unas palmaditas en la espalda. James, fuera de la vista de Daniel perdió la mirada unos instantes, su venganza suicida comenzaría pronto.

***
Dos meses, habían pasado dos meses. Era 28 de marzo. Aun así en Cróton seguía habiendo nieve por cualquier lado, y el frío era aún más pesado que en invierno. Habían pasado muchas cosas. Derye después de varios días encerrada en su cuarto, accedió a salir. Poco a poco comenzó a hablar con Sebastian otra vez. Le explicó muchas cosas que la hicieron entender que Cróton no era un reino malo, sino un pueblo excluido por la llegada de los Demoals. Ellos.

En parte se sentía mal por ellos, vivir apartados del resto y mirados por encima del hombro…Debía haber sido horrible. También comprendía lo difícil que había sido para Sebastian vivir siempre bajo la posible amenaza de asesinato. Y aún más, su hermana Claire.

Había entendido muchas cosas, y una de ellas era que, por el momento, no podía descubrir su mantenimiento de vida. Nadie podía saber que estaba viva, o volverían a revolucionarse contra Cróton, contra Sebastian, Claire…Miles de personas. Cróton no era solo un ejército, era un pueblo, y no merecía eso.

Sebastian sabía gobernar con templanza, por lo que había observado. Por el momento todo iba estable, incluso parecía la mejor solución.

Derye estaba sentada en su habitación. Su pelo había crecido bastante en pocos meses, y sus ojos se habían vuelto más azules que marrones, un azul como el agua cristalina.

Iba bastante ligera de ropa, un vestido de seda blanca con una chaquetilla de lana verde menta que la acompañaba. Iba totalmente de colores claros. El castillo era de mármol blanco, parecía un mundo irreal, pero era reconfortante.

Tocaron a la puerta repetidas veces.

-Soy yo- Dijo la voz de una chica. Claire.

-Pasa- Respondió Derye acomodándose el pelo frente al espejo.

La pequeña chica rubia apareció sonrientemente y se acercó a ella. Apoyó su cabeza en el regazo de Derye, esperando que la acariciara. Así lo hizo, acariciaba tranquilamente y dulcemente el cabello de Claire.

-¿Hoy iremos a la iglesia?- Preguntó Claire. Su hermano, Sebastian, quería que la chica aprendiera sobre su religión, así que acudían a la iglesia del pueblo. El reino de Cróton tenía una religión especial, la Ibrileana. En realidad, más bien era una Filosofía.

Todos los reinos estaban conectados religiosamente entre sí, pero el reino de Cróton, no establecía curas o sacerdotes. Había un libro, con los valores. Este contenía historias con moralejas, una buena forma de aprender valores. Era interesante, era una forma de formarse, pero sin caer en la gran especulación que hacía la Iglesia de la Tierra.

-Sí- Le respondió Derye levantándola y sentándola en su regazo- ¿Te parece que me esperes en la cocina mientras me cambio?

La niña asintió con la cabeza y salió rápidamente hacia la cocina. Tendría hambre.
En ese instante Sebastian entró por la puerta, había estado detrás de ella todo el rato. Había cambiado, su mirada era más dorada que parda y su pelo había crecido. Estaba mucho más alto. Era muy atractivo.

Sonrió. Estaba con los brazos cruzados, pero relajado. La química entre ellos había vuelto, en verdad, nunca se había ido.

-Me gusta ver como os lleváis- Dijo con una sonrisa, mientras se acercaba a Derye. Los dos hablaban a través del reflejo del espejo.

-Siempre me ha gustado tu hermana- Admitió ella- Es como una muñeca.

-¿Manipulable?- Levantó una ceja mientras apoyaba sus manos en los hombros de Derye, relajándola.

-No, inocente y bonita- Se rio ella.- Siempre tan a la expectación, Sebastian. Aprende a relajarte.

-Lo haré cuando tú también lo hagas.

-Ya lo hago- Se quejó ella riéndose. Sebastian la miró unos instantes y agachó la cabeza hasta que sus labios rozaron el cuello de Derye. Era una sensación embriagadora que le encantaba a Derye, pero siempre se ponía tensa, nerviosa.

-Ya veo lo relajada que estás- Se rio Sebastian, dándole un beso en los labios. Dulce y a la vez apasionado. Derye sonrió en su boca y finalmente Sebastian.

-Claire va a venir…- Dijo ella.

-Estará comiendo pastel de frambuesas- La convenció él, pero antes de que volvieran a rozarse los labios, el sonido de los tacones de alguna mujer, les llamó la atención.

Era una mujer de pelo rizado y pelirrojo. Era muy atractiva, pero lo más destacable, eran sus orejas. Puntiagudas.

Daltea.

-¿¡Dónde está?!- Gritó la Elfa.

-No puede entrar aquí- Protestó la voz de Lurey, la criada de Derye. Sonaba desesperada.

Daltea miró a Derye y Sebastian. Parpadearon los ojos unos instantes al ver a Derye. Y después, antes de decir nada, sacó un puñal. Sebastian se reincorporó, preparado para cualquier cosa pero Derye lo detuvo.

-Daltea.- La llamó ella. La Elfa la miró a los ojos unos instantes, después sacó algo más de su bolsillo. Una carta. La abrió con el puñal y se la lanzó a Derye.

-Has cambiado, hija de Jack Fosternight- Dijo la Elfa mirándola con una mezcla de pena y orgullo.

-¿Qué es esto?- Preguntó Derye. Sebastian se acercó a ella y tensó la mandivula.

-¿No creerías que nunca lo descubriríamos?- Le preguntó Daltea a Sebastian- Ha sido idea a de Daniel- Dijo señalando a la carta.

-¿Un baile? En Fertoan…- Cerró la carta- Sebastian…

-No. Definitivamente, no. Derye, sabes lo que podría pasar- Sentenció Sebastian. Miró a la Elfa.

-No diré nada- Dijo ella- No voy a ser yo la que descubra esta mentira.

Diciendo esto, volvió por donde había venido. Pisando fuertemente con sus tacones.

El sonido del eco de los tacones duró un minuto escasamente, luego se escuchó la voz de Lurey volviendo a disculparse, se marchó también.

Derye estaba aún con la invitación en las manos, mirando a Sebastian.

-¿Por qué Daniel…?- Empezó a interrogar a Sebastian. Él se tumbó en la cama y, con la mano se cubrió la frente, se quedó pensativo.

-Él gobierna Fertoan en estos momentos, Derye.- Le explicó- Estamos a uno de Marzo, la fiesta nacional de la luz lunar. Era cuestión de tiempo.

-Entonces ¿Iremos? No quiero que nadie descubra…-Dudó- que esté viva. No quiero más guerras.

-Losé Derye.- Sebastian se reincorporó sentándose y quedando frente a frente con Derye.- Podríamos no ir…

-Sería lo mejor, no puedo…-Comenzó ella, pero un sollozó inundó su garganta. Sebastian se acercó a ella y la abrazó. No estaba siendo justo con ella, no podía hacerle esto. No ver a su familia… Derye le abrazó y se quedaron sumergidos en un gran silencio durante unos minutos.

-Iremos- Sentenció Sebastian. Derye no dijo nada, sabía que ocurrirían problemas

***

La azotea del castillo era inmensa, Derye sintió el contraste dela temperatura cálida del castillo y el frio del exterior, en su piel. Eran casi las seis. Durante la comida, Sebastian le explicó que sería un baile de máscaras. Nadie notaría que era ella. Había cambiado drásticamente. Sus ojos y su pelo no eran los mismos, y su refinamiento se había vuelto óptimo en su estancia con Sebastian.

Derye llevaba un vestido negro, con unas mangas pegadas pero con un poco de vuelo en las muñecas. Su pelo, recogido, iba decorado con diamantes azules, representativos de Cróton. Cuando la chica se estaba arreglando ante el espejo, sabía que ya no era ella misma. Quizás no hubiera problemas.

La dragona Aintera, la cual había jurado lealtad a Derye, esperaba por ellos. Tenía en su gran lomo, insertado, un espacio parecido a un carruaje. Sebastian estaba dentro con Claire. Solo faltaba ella por entrar.

-¿Estás preparada?- Le preguntó Sebastian al entrar. Ella asintió. Habían pasado dos meses, pero había parecido una vida entera. Su vida había cambiado radicalmente.
Cuando Derye se sentó, le dio la orden mentalmente a Aintera.

-Fertoan- Le ordenó ella.

-¿Estás segura? Algo va a pasar esta noche, Derye.- Le advirtió la dragona. Sebastian la miró impaciente, sabía que podían comunicarse telepáticamente, y sentía curiosidad por saber de qué hablaban.

-No me hagas esto más difícil. A Fertoan.- Repitió ella al ver la mirada de Sebastian. Sonrió para hacer el ambiente más cálido. Él le devolvió la sonrisa mientras Claire se sentaba junto a Derye.

***
Eran las cinco de la tarde. Poca luz entraba en la habitación de James, en la cual estaban también unas mujeres semidesnudas, echadas en la cama. Durante los dos últimos meses, James había obtenido la total confianza de Daniel, había roto el matrimonio obligado con Beatrice y había sido nombrado la segunda mano del rey.

James aun así, estaba vacío. Intentaba llenar ese vacío con peleas, apuestas, y noches llenas de mujeres. Nada le llenaba, Derye le había robado una parte de su ser, y él lo sabía.
Alguien llamó a la puerta.

-¿Quién es?- Protestó James, empujando el cuerpo de una chica rubia. Las chicas se despertaron.

-Daniel os llama, mi señor.- Dijo Koren, el criado personal de James. Durante la nueva corona, él se había convertido en uno de sus grandes amigos. Tanto, que abrió la puerta y frunció la frente. James le miró y levanto los hombros.

-Iros- Les dijo a las chicas. Ellas le miraron desconcertadas, hasta que volvió a decirlo gritando- ¡Que os larguéis!- Gritó James.

Las chicas corrieron de su habitación tapándose como podían.

-James…¿Con cuantas chicas te has acostado ya durante todos estos meses?- Bromeó Koren. 

Koren era un tipo normal, era rubio, pero no del todo agraciado.

-La mitad del reino, creo. No llevo la cuenta Koren- Dijo mientras se ponía unos pantalones y abrochaba una camisa-¿Qué quiere Daniel?

-Es un baile- Dijo con algo de miedo Koren- Sebastian vendrá a Fertoan, junto a su hermana y… su pretendienta.

-¿Pretendienta?- Dijo él con algo de ira. No podía creer que después de haber estado con Derye, después de que muriese, hubiese encontrado una pretendienta tan rápido.- Maldito gilipollas.

Koren no dijo nada respecto al enfado de James, lo intuía. Siempre que había entado delante de mucha más gente, cuando por alguna causalidad sacaban el tema de la hermana de Kyle Fosternight, él callaba. Pero cuando estaban solo ellos dos, mostraba ira y furia con su muerte. Koren sabía de James sentía algo por esa chica, por eso actuaba como actuaba.

-Sí, vienen esta noche. Daniel dice que te vistas para la ocasión como es debido…-Dijo Koren- Si es posible, con traje.

James protestó, pero al final accedió. Una vez cambiado con las ropas que Koren le proporcionó, fue a ver a Daniel.

Se quedó unos segundos delante de su puerta. Los necesitaba para poder aparentar una imagen de hermandad con Daniel.

Cuando abrió la puerta, saludo a Daniel con la mirada, como había hecho durante esos meses. Sonrió amistosamente y entró.

Daniel estaba sentado en una mesa, escribiendo algo.

-Son mis memorias. En la Tierra había un romano llamado Julio Cesar, no sé si te suena.- James asintió con la cabeza- Bien, este romano, consiguió conquistar las Galias, un territorio bárbaro, a la vez que escribir su propio autobiografía. Yo no seré menos que un humano- Sonrió.

-Me parece bien

-Bien- Dijo Daniel, dejando el boli en la mesa.- Hoy hay un baile, vendrán…

-Si, ya me lo han dicho.- Dijo el intentando parecer neutro- ¿Qué tengo que hacer?

-Nada, hoy no tienes que hacer nada.- Sonrió Daniel. Sus ojos tramaban algo- Solo tienes que divertirte.

Divertirse…A James se le ocurrían muchas formas de divertirse, una de ellas era matar a Sebastian, pero la reservaba para un momento oportuno. Se le había ocurrido otra forma de vengarse, aunque sea un poco, de él.

-Ah- Le llamo la atención Daniel- Es un baile de máscaras.


James sonrió, todo le iba a ir perfectamente esa noche. Su pequeña, pero en progresiva, venganza, comenzaría esa noche.