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viernes, 9 de mayo de 2014

Capítulo 21 - Futuro y Destino


Miró por la ventana. El aire gélido de Cróton se había ido, y había sido remplazado por una noche primaveral de Fertoan. Derye miró la cuidad. Seguía igual de impactante que cuando la vio por primera vez. Sus colores dorados, iluminaban la ciudad entera, incluso el recuerdo del cuerpo del dragón en la Tarberna del Jamie Coll, era inexistente. Solo una cosa le llamó la atención, no había nadie en la cuidad, solo guardas de Cróton, eso resultó raro.

-¿Estás bien?- Le preguntó Sebastian. Ella le miró.

-No, voy a ver a mi familia otra vez, y no podré decirles nada ni decirles que estoy viva. Les voy a dejar con la sensación de mi muerte a flor de piel, aun.- Dijo con un tono bastante serio.- No sé por qué quieres que venga.

-Creo que es bueno…-Le dijo él. Miró a Claire- Además, ella quería que vengas.

-Sí- Confirmó la niña, sonriendo a la vez que comía uno de los dulces Crotonienses.
Derye no dijo nada, solo abrazó a Claire y le acarició el pelo. Se quedó pensativa, algo iría mal, lo presentía.

Durante el tiempo en el que había estado en Cróton, Sebastian le había pedido el colgante y el anillo, necesitaban una prueba de que había muerto. Cuando se lo devolvió, ella lo guardó en una pequeña caja de terciopelo. Siempre lo llevaba con ella. En parte la esperanzaba a pensar que era una forma de decir adiós a los sentimientos que tenía por James, pero la verdad, prefería no pensar en eso.

-Estas muy guapa- Dijo Claire- ¿Verdad, Sebastian?

Sebastian rió y la miró unos instantes. Derye esperaba su respuesta, en parte, era lo magnético de su “relación”. Sebastian notó que esperaba y dejó escapar de sus comisuras una sonrisa.

-Igual de guapa que Afrodita.- Dijo él con una sonrisa. Derye frunció el ceño.

-Creia que no os interesaban los dioses mundanos, y menos los romanos.- Le contratacó ella.

-Admiramos la belleza, falsa o verdadera.

Derye iba a decir algo pero Aintera la interrumpió.

-“Hemos llegado. Derye, sabes que podemos ver el…”- Comenzó Aintera, pero Derye la calló.

-“No, no me digas nada. Sé que podéis ver el futuro. No quiero saberlo, Aintera”- Le dijo ella- “No quiero saber que va a pasar.”

La dragona protestó, pero Derye no hizo caso y bajaron. Claire la cogió de la mano y Sebastian la abrazó con el brazo, atrayéndola a él.

Ella le miró dubitativa, pero asintió. Iban a ir, nada cambiaría y volverían a Cróton. Todo seguía como hasta el momento, así nada iría mal.

Sebastian se sintió aliviado con la mirada de Derye, lo había comprendido. Se relajó y mantuvo una pose de rey, tan digna de él.

Caminaron unos metros, pero Sebastian corrió hasta la dragona para coger algo.

-Tomad- Dijo lanzándoles unas mascaras negras con diamantes azules y plumas negras en la parte de arriba.- Ponéroslas.

-Son…- Pensó Derye- Bonitas.

-No me gustan- Admitió Claire, mirando a Derye con cara de pena- ¿Tengo que llevar esto?

-No se… ¿Sebastian?

-Sí. No he traído otras.- Levantó los hombros- Vamos, Claire. Piensa que eres Catwoman, la chica que sale en la tele.- Rio.- Y tú, Derye. ¿No crees que nos quedan bien?- Preguntó poniéndose la máscara. Derye rio por primera vez en todo el día. Sebastian sabía cómo se sentía y agradeció que la hiciera reír.

Derye se acercó a él y rozó sus labios. Escuchó la risa de Claire y Sebastian se quedó quieto unos instantes. Sonrió.

-Vamos- Dijo Derye.

***

La música de baile sonaba por todo el salón. Mucha gente estaba reunida allí, inluso humanos. Eso resultaba extraño ¿Qué hacían humanos en Heelis?

Eran las nueve y el cielo estaba totalmente oscurecido, el salón proporcionaba la iluminación necesaria para que pareciese de dia.

Daniel estaba observando el panorama con su típica risa, pero algo distrajo su atención.

-Estoy aquí- Dijo James. Iba vestido con un traje negro y una máscara acorde.

-Elegante- Examinó Daniel. Obviamente era un cumplido normal, él iba aún más elegante. 

Su traje blanco con tonos dorados y su máscara negra, llamaban mucho la atención.

-Me pediste que me vistiese así- Protestó James. Se acercó a él y se dieron un abrazo amistoso. Daniel le alborotó el pelo.

-Sí. Hoy es un día especial. La luz lunar, ya sabes- Dijo él, mirando a la multitud de gente.

-Hay humanos- Insinuó James.- ¿Qué hacen aquí?

-Invertir.

-¿Cómo que invertir?- Preguntó James desconcertado.

-¿No creerás que esto siempre ha sido así de rico, verdad?- Se rio James.- Abastecer a la población y mantener esto no es tan sencillo, James.

-Entiendo.

James observó también la multitud junto a Daniel desde el estrado. La mayoría de las personas que estaban ahí las desconocía, pero se alivió al ver a los Bianchi. Los Bianchi habían sido perdonados por Sebastian a cambio de tierras destinadas a los agricultores. James odiaba admitir que Sebastian sabía controlar bien un imperio.

Se fijó también en la familia Fosternight y Greenhouse. Después de unas semanas encarceladas, Daniel les dejó volver a su rutina normal, pero tuvieron que jurarle fidelidad. Kyle Fosternight fue el que más protestas e impedimentos puso, pero finalmente accedió. Daniel sabía manipular a la gente.

El sonido de tambores alertó a la gente. Los Elfos entraron. Vestidos de negro, desde que Daniel les había obligado, hicieron su aparición. Eso solo significaba una cosa.

-Han llegado- Dijo Daniel.

-Hombres y damas, el Emperador ha llegado.- Dijo Galbat. Daltea estaba a su lado.- El Emperador Sebastian junto a su hermana, y pretendienta, hacen su entrada en Fertoan. Darles la bienvenida.- Proclamó Galbat, mirando hacia Daniel.

La gente aplaudió y comentaba sobre la pretendienta de Sebastian. Era una joven pelirroja con unos preciosos ojos azoláceos. Iba junto a Sebastian, enmascarada. La pequeña hermana del rey, la cogía de la mano.

James se fijó en ella, había algo familiar en su pose, pero lo que hizo que él la observara, era que iba a ser la primera víctima de su venganza.

Daniel y James bajaron hacia el Salón. La gente siempre miraba a James, era el joven más apuesto de casi todo el rey. Era deseado por las mujeres de Fertoan, además de tener el título de mujeriego.

-¡Sebastian!- Le saludó Daniel, acercándose y abrazándole.- Cuanto tiempo, dos meses han pasado.- Dijo mirándole fijamente con una sonrisa un poco falsa e intencionada. Miró a Claire.

>>Pequeña dama mía- La saludó besando su mano. La niña se rio.

Finalmente Daniel observó a la joven que acompañaba a Sebastian y con una sonrisa maliciosa, le besó la mano- Mi dama- Dijo él.

-Bienvenidos- Saludó James, observando a la chica. Por un momento pensó en realmente cortejarla, pero sus planes iba más alla. Besó su mano.

-Preciosa dama, guardadme un baile- Le pidió James- Por favor.

***

Derye observó el Salón nerviosa. Hacía dos meses que no había visto el gran espacio elegante que era. Incluso la volvió a sorprender. El contraste tan cálido del Castillo de Fertoan, con el de Cróton, era impactante. Mientras Cróton era perfecto y frio, Fertoan era cálido e impactante.

La gente la miraba. Reconocía algunos rostros. Cuando vió a los Bianchi, apartó la vista. No quería ser descubierta. Pero se quedó mirando a un joven que estaba sentado en una mesa, Kyle. Su hermano estaba junto a Beatrice hablando, pero se giró al verla. Entonces hizo una reverencia. Beatrice también. Eso la commocionó de tal manera que se cogió del brazo de Sebastian. Él la acercó para que no perdiese el control.

En ese instante se acercó Daniel. Saludó a Sebastian y a Claire. Después a ella, besando su mano. Le dio mucho asco, pero le dedicó la sonrisa más falsa que jamás habís podido interpretar.

-Bienvenidos- Escuchó Derye. Esa voz tan grave y aterciopelada…Era James.
La sorprendió verle junto a Daniel, tan buenos amigos. En parte le dolió. Que rápido había olvidado su “muerte”.

Lo que más la impactó fue como la saludó. Besó su mano. Ella miró a Sebastian, pero él no dijo nada. Incluso cuando James le pidió el baile, ella simplemente aceptó con un leve movimiento de cabeza. No podía hablar, Sebastian se lo había explicado, podían descubrirla. Lo máximo que podía hacer, era interactuar con monosílabos, en casos extremos. Sebastian le prometió que estaría con ella en todo momento, así no sería necesario que hablase.

La música sonó en ese instante y James cogió de la mano a Derye, llevándola a la pista de baile. Ella miró a Sebastian, él cual había sido retenido por la conversación de Daniel.
James y ella quedaron uno enfrente al otro. La música marcó un vals. James comenzó a dirigir. La cogió de la cintura y la tomó de la mano. Ella miró su muñeca, no llevaba su pulsera.

Derye se enderezó y su mirada azolácea con toques marrones, miraron los ojos de James, totalmente azules.

-Es extraño.- Comenzó a hablar James.- No me puedo creer que…-La miró, lo cual puso un poco tensa a Derye- …una mujer tan elegante y hermosa, sea la pretendiente de ese patán- 
Dijo mirando a Sebastian.

-¿De quién debería si no pues?- Preguntó ella, cambiando el tono de su voz habitual a uno más refinado e infalible. Su voz dejaba al descubierto cierto enfado.
James la miró unos segundos. Algo era raro.

-¿Cómo os llamáis?- Demandó James. Ella no respondía.- Me llamo James.

-Os conozco. En Cróton hablan de vos.- Dijo ella. La pregunta del nombre la había pillado de improviso.

-¿Y que dicen de mi, las malas lenguas?

-Sois prometido.- Contestó, girando y cambiando de mano.

-Era.- Sonrió de una manera demasiado seductora.- Me libre de mis obligaciones. Mi gran amigo Daniel me hizo el favor.- Rio él.

-Valla. ¿Sois muy amigos ?Por lo que dicen las malas lenguas también, os llevabais mal.- Se acercó hasta quedar al lado de su oreja y le susurró-Dicen que fue él el que asesinó a la hermana del rey.

James la soltó. La música en ese momento terminó y disimuló el repentino movimiento de James. Derye se alejó de él.

En ese instante, cuando James vio a la pretendienta de Sebastian caminando de espaldas, un “dejabú” se apoderó de él. Iba a acercarse a ella, pero Sebastian la cogió de la mano. Entonces Daniel anunció la fiesta de la Luz Lunar.

***

Había bailado con mucha gente, a la cual solo respondía con monosílabos. Derye ni siquiera recordaba sus caras, solo una se le venía a la mente. James. Sus ojos, su boca…La forma en la que la había soltado. Su gran vivir, que no se veía aplacado con su ‘’Muerte’’. Quería en parte alegrarse de que la hubiese olvidado, o quizás nunca le tomó importancia, pero en el fondo, dolía.

El baile había acabado y las criadas, las cuales sorprendía a Derye ya que antes no había casi, la llevaron a su habitación de invitados.

Derye sintió curiosidad de ir a la ala norte, donde estaba su antigua habitación. Tuvo que ir escondiéndose de la gente con la que se encontraba, pero finalmente llegó.

Estuvo contemplando la puerta unos segundos, miró a los lados y detrás, y entró. Cerró la puerta tras de sí.

Cuando observó su cuarto, ahogó un grito. Su habitación tenía sus mueves con sabanas encima, para evitar que es polvo se acumulase. Parecía la típica habitación abandonada.
No pudo seguir ahí, y salió corriendo.

Corrió por el gran puente cubierto que conectaba con otra parte del castillo. La luz que se filtraba iluminaba su cara, pero también la oscurecía las columnas que habían.

Se topó contra alguien. Cuando vio quien era, quiso correr.

Era su modista, Jeral. Jeral era un chico que tenía un gusto exquisito para ella, era amable y también un gran conversador. Tenía una obsesión por medirle las muñecas cada dos por tres. Y era gay, lo cual le convertía en su cómplice y mejor amigo durante su estancia en Cróton. 
Pero en ese momento no quería comenzar a hablar sobre moda o que le midiese las muñecas así que saludó con la mano y se dirigió a la Biblioteca.

Una vez abrió la puerta, la cerró y escuchó a través de esta si la seguía.

No la seguía. Suspiró aliviada.

-Valla, la chica misteriosa va sin su máscara.- Bromeó una voz que le erizó el vello de la nuca.- Sabía que a las chicas les encanta pasar rato conmigo, ya que tengo fama de apuesto, pero venir a estas horas a buscarme…-Se acercó hacia ella, estando unos metros de distancia. Derye podía olerle, olía a noche.- ¿Está insinuándoseme?

-No, ya me iba.- Intentó escapar ella.

-Las chicas os volvéis locas por mi- Dijo él y a continuación dijo en voz muy baja.- Excepto una…

Derye sintió en corazón en un puño. ¿Sería ella?

-¿Y quién es si se puede saber?

-Murió. No tiene importancia.

Ella se quedó en silencio, girada y dándole la espalda a James.

-Ha sido un error. Me voy a mi cuarto- Dijo ella rápidamente. Con su tono habitual. James lo notó

-Espera.- La cogió de la muñeca. Ella se negaba a mirarle. La descubriría tarde o temprano.

Derye, finalmente, le miró. James mostraba terror en sus ojos. Parecía que estuviese viendo un fantasma, que en términos relativos, lo era. -Derye.- Dijo en voz baja

-Derye- Volvió a repetir.- ¿Cómo…? El anillo…¡Daniel me enseñó el anillo!

La chica le miró. Sabía que hacer, proteger la paz. No más guerras innecesarias, si ellos sabían que estaba viva, volverían a luchar. Apretó la bolsa de terciopelo que tenía atada a su bolsillo. Solo quedaba una opción.

-Le dije que lo hiciese.- Mintió. Él la miró, con los ojos abiertos.

-¿Por qué, Derye?- Le pidió él. Estaba frustrado.- No sabes lo que he sufrido cuando me lo contaron ¡Me quería morir!- Gritó.

-Pero al parecer, tu estado, fue rápido y pasajero. Un sentimiento, al igual que cualquier otro- Derye se movió un mechón castaño, con la luz pelirrojo.- Además, te hiciste muy amigo de Daniel.

Derye estaba enfadada. Pero no lo había dejado fluir en su tono de voz. Su tono era frío, altivo.

Finalmente miró la muñeca de James. James lo notó.

-Fue para vengarme. Vengar tu muerte, para después padecerla yo.- Reveló James. Su tono de voz estaba afligido y mostraba lejanía en sus ojos, recordando ese tiempo. Sus ojos la buscaron de nuevo. No a ella, si no en su interior. Derye había cambiado.

-Pues no es necesario- Le miró ella y enderezó la espalda.- Estoy perfectamente. Y todo va muy bien así. Deberías seguir así. Si no será comunicado a tu superior.

La luz de la chimenea que había en la biblioteca daba un aspecto cálido al lugar, pero se sentía más frio que nunca por las palabras de Derye.

-¿Le amas?- Preguntó James. Derye observó la poca vida que albergaban sus ojos, llegados a ese punto.

-Ya no sé qué es el amor, James. Si te refieres a sí quiero quedarme con él, sí.

-¿Te casarás con él?

Casarse. Esa palabra la dejó pensando. Nunca lo había considerado, pero si decía que no, sabía lo que iba a pasar.

-¿Lo harás?- Volvió a preguntar él. Ella no puedo responder, James la besó. Era un beso cálido y desesperado. Buscando arrepentimiento de lo que ella había dicho. Ella se apartó.

-Sí, James. Me casaré con él- Dijo fríamente ella, saliendo se la biblioteca.

James estaba aún de pie allí, con la mano estirada donde había tocado la mejilla de Derye. Lentamente su mano calló.

-Está muerta. Su corazón está muerto- Dijo en voz baja. Observó algo que se le había caído. Lo tomó. Una bolsa de terciopelo, dentro había una cajita. Y dentro de esta, algo que hizo que James saliese corriendo de la Biblioteca.

***

Sus solitarios pasos marcados por sus tacones, acompañaban a Derye. Había dicho lo más cruel y doloroso para ella, que nunca había hecho. En parte se alegraba de haberlo hecho, así todo iría como hasta ahora. Volvería  Cróton  seguiría viviendo normal. Pero otra se arrepentía. Sentía que estaba cerrando la puerta a todo su pasado. A su hermano y su madre, que al verlos en el baile, evitó. A sus amigos. A James. A ella misma.

-¡Derye!- Gritó James, a pocos metros. Estaba corriendo.

Ella intentó correr, pero los tacones la hicieron caer. Maldijo en voz baja.

Cuando se levantó, James estaba delante de ella. La levando él, y la volvió a besar. Esta vez era un beso apasionado, pero dulce. Ella no se separó esta vez. Le acercó más.

-No vuelvas a mentirme- Dijo él en susurro contra sus labios.- Siempre has guardado el anillo ¿Verdad?

James le enseñó la pequeña caja con su anillo. La cogió de la mano y se lo puso.

-No te lo vuelvas a quitar, nunca.

-Es demasiado tarde, James.

-Nunca es demasiado tarde cuando siento esto por ti, Derye.- Él la miró con temor de lo que estaba a punto de decir- Me he acostado con todas la mujeres que habitan en Fertoan, Derye. Solo buscando alguna que te remplazase hasta mi muerte. Solo he sentido vacío con ellas. Siempre veía tu rostro en  el suyo y me maldecía por no poder estar contigo. Por haberte perdido, y no poder recuperarte nunca.

>>Cada día que me levantaba y con mujeres a mí alrededor o sin ellas, solo pensaba en acabar pronto con mi venganza y morir. No podía imaginar un mundo sin ti. Desde la primera vez que te vi en esa discoteca con tu hermano, fuiste una parte que se instauró en mi alma. Por eso te conté cosas que no tenía que contarte. Por eso, cuando te veía con Sebastian, antes de que se convirtiese en un asesino y un manipulador, te dejaba con él. Porque eras feliz, y no me importaba estar sin tí, mientras tu estuvieses feliz. O simplemente por estar aquí. Viva, y poder verte. Quizás ese haya sido mi mayor acción egoísta, pero te necesitaba. Y lo sigo haciendo. Y si desaparecieses otra vez, moriría.

Los ojos de James esperaban alguna reprimenda, desprecio u odio. Pero Derye no hizo nada de eso, solo le abrazó y enterró su cabeza en su pecho.

-Nunca vuelvas pensar en morir, James. Nunca.

Des de lo lejos, Pout observaba la escena. No sabía si informar a Sebastian o no. 

Ultimamente el chico se había comportado raro. También le pedía que vigilara a Derye, de que nadie la descubriese. Sebastian se iba a enfadas cuando descubriese eso.

Cuando vio la escena de Derye y James, suspiró. Tanto él como Aintera, por ser seres mágicos, sabían que el destino de aquellos dos, era imposible de alterar. Aunque fuese un destino de muerte, era un destino que por mucho que Sebastian alterase, era el mismo.

El futuro, era incierto también.

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