Las luces azules se reencontraban con las blancas,
las dos señalando al escenario. La gente estaba excitada y sus gritos no
cesaban. Se podía oler las, sobrepasadas, copas de alcohol ingeridas por un
grupo de adolescentes que se les veía
desde donde Derye estaba sentada y se podía oler también una especie de mezcla
del sudor del público y otros olores desagradables.
En el minúsculo apartado del local se encontraban
su hermano Kyle, sus amigos y ella. Por lo general se podría pensar que Kyle y
ella eran gemelos, o mellizos por sus
similitudes físicas: Pelo castaño y ondulado, piel blanca, ojos castaños, dedos
finos y la peculiaridad de su forma de expresarse. Pero aun así, en el sentido
de personalidad, eran totalmente distintos.
Mientras su hermano era uno de los chicos más
populares en su pequeño barrio, ella era la más introvertida. Esto es la
consecuencia que se encontrara con ellos en ese local minúsculo de la Calle
Covent. A su madre, Marilyn no le hacía mucha gracia que no saliese mucho de
casa y que solo tuviese dos o tres amigas, así que le obligaba a su hermano a
llevarla con él a sus fiestas. A esto Kyle, nunca se quejaba, más bien le
gustaba.
-¿Así que esta es tu hermanita pequeña? – Preguntó
una chica morena, sin ni siquiera mirar a Derye, a su hermano.
-Sí, a mi ma…-Decía alzando la voz porque en ese
instante el público empezó a gritar. Las luces ahora parpadeaban y dejaban ese
lugar oscuro casi sin luz, hasta que el grupo salió.
-¡Han empezado! – Gritaba el mejor amigo de su
hermano, Sebastian – Valla, sí que tocan bien- Derye se giró para poder verles.
No estaban ni mal ni bien, eran un grupo de los tantos que estaban aprendiendo
a tocar y buscaban fama, o ampliarla en su caso por lo que se podía ver.
-Conozco a una amiga que los conoce, quizás podamos
ir a la fiesta que harán esta noche- Decía la chica morena, que en realidad se
llamaba Mary.
Kyle antes
de responder miró a su hermana pero luego a Mary, la cual le estaba acosando
con los ojos.
-Claro, iremos – Contestó Kyle. Derye lo fulminó con la mirada.
Tenían que estar en casa a las once y eran las
diez. Suponiendo que el grupo acabaría a las once y media, la fiesta de la que
hablaba Mary empezaría a las doce, y si volvieran a las doce su madre les
echaría una buena bronca. Aun así Kyle la ignoró y empezó a hablar con su
‘’amiguita’’.
Derye miró el móvil, tenía un mensaje. Uno de
Alice, su mejor amiga desde primero de ESO.
-¿Cómo te lo estás pasando? – Preguntaba
-Genial, se
podría decir que he llegado a un nuevo nivel de contar cuantas copas se toman
los amigos de mi hermano.- Le escribió.
No le gustaba nada ese sitio, ni los amigos de su
hermano, con alguna excepción. Solo quería salir de ese lugar.
- Vamos, no puede ser tan malo- Respondió. A lo que
Derye le contestó en un tono cortante
que lo dudaba mucho, que hablarían mañana en su casa.
Cerró el móvil. Y empezó a jugar con la pulsera que
tenía. No la distraía.
-Kyle- Dijo, pero no la escuchaba gracias a la
estupendísima música- ¡Kyle!- Volvió a repetir gritando.
- ¿Qué pasa?- Se giró e hizo una mueca que
seguramente significaría que me diera prisa.
-Voy al baño, ahora vuelvo- Dijo levantándose
indignada.
-¡No te pierdas!- Decía riendo mientras Mary se
acercaba más a él.
Derye bajó las escaleras que conducían a la pista
donde estaba el público, al cual tuvo que rodear para poder llegar a los
servicios. La gente saltaba, bailaba, gritaba. Estaban excitados, emocionados.
Le llevó su tiempo llegar, pero al final consiguió
entrar. No era tan asqueroso ni espantoso como pensaba que sería. Tenía que de
admitir que para tener 16 años, era bastante pesimista.
Se miró al espejo. Allí estaba ella, bajo una luz
que hacían ver sus ojos con un tono más miel y su pelo brillante. Tenía buen
aspecto con su vestido azul, incluso con tu torera negra encima. En esa época
del año seguramente hubiera sido mala idea no llevarla. Aun así a la amiga de
su hermano parecía que no le importaba el frio demasiado.
Volvió a revisar su móvil. Eran las 11.Tenía otro
mensaje. De Sebastian.
-¿Estas bien? Llevas bastante rato en el baño…Por cierto tu hermano la está
liando parda con unos tíos, así que pequeña ven aquí.
Perfecto aparte de que ya eran las once, su querido
hermano Kyle se había metido en una pelea. Soltó un suspiro, cogió su bolso y
se dispuso a echarle una bronca a Kyle.
Al salir del baño los visualizo a todos levantados
cogiendo a Kyle de los brazos, y en frente a dos chicos de unos 18 años.
Derye se acercó y subió las escaleras. Nadie la
miró excepto uno de los dos chicos. Tenía el pelo negro, el cual contrastaba
muy bien con sus ojos azules y su piel pálida. Vestía de negro. Derye sintió
como su mirada se clavó en ella. Era una mirada gélida, pero penetrante. Una
sensación estremeció el cuerpo de Derye
-Decidle a vuestro amigo que se calme, solo
queremos ser vuestros amigos- Decía en un tono de burla el otro chico. Era un
poco más alto que el otro, pero tenía el pelo rubio y unos ojos totalmente
verdes. También vestía de negro
- ¿Qué están pasando aquí?- Preguntó Derye y recién
todos se volvieron a mirarla- ¿Kyle que pasa?
- No te metas en esto…- Decía Kyle apretando los
diente- ¡Suéltame! – Gritó a Mary, y esta lo soltó- No pasa nada, ya se iban.
- Mm…- Dijo el chico rubio oliendo a Derye- ¿Quién
es esta? ¿Tu novia puede ser?- El chico de los ojos azules prestó más atención-
Veo lo que hay en tu ojos- Dijo el chico rubio.
-Es mi hermana. No te acerques a ella- Diciendo
esto cogió a Derye del brazo fuertemente y la puso a su lado.
-Me llamo Derye- Dijo enfadada y librándose de la
mano de Kyle. Él la miró atónitamente.
-Encantado señorita, en realidad no buscamos
problemas- Sonrió y miró a Kyle- Lo que pasa es que no nos gusta que los
humanos jueguen con nosotros.- Era un tipo extraño, aun así era como si la
hipnotizara.
Humanos. Debería creerse alguien muy importante
para llamar a alguien así.
-Me llamo Burt- Decía el rubio- Y este es James.
Encantado de conocerla- Sonrió.
-Dejaros de rollos y largaos de aquí- Decía Kyle-.
Parecía aún más enfadado
-Bien, por hoy lo dejaremos. Pero recuerda. Nos
debes algo, y nos lo darás- Dicho esto descendieron las escaleras. En esto el
chico de ojos azules, James, se giró y miró a Derye con curiosidad unos
segundos y después descendió también. Ella los observó hasta la salida y luego
miró a su hermano, Sebastian y Mary.
-¿De que iba todo esto Kyle?- Gruñó enfadada.
-Nada importante. No le des importancia enserio.
Déjame- Suspiró- Esta bien. Todo está bien.
-¿Como que nada importante? Ibais a pegaros.
-Chicos, ¿Qué tal si dejamos todo este drama y vamos
a la fiesta del grupo? -Dijo Mary.
-Ni de coña, Kyle tenemos que ir a casa- Dijo
Derye, en un tono serio.
-Vamos Derye, será divertido- Decía Sebastian
sonriendo. Desde hace meses Sebastian y ella estaban por así decirlo, atraídos
pero los dos eran demasiado tímidos como para decírselo. Era lo malo de las
personas tímidas. Posiblemente si alguno de los dos nunca se declaraba todo se
dejaría pasar y al final se olvidarían el uno al otro.
- ¡Oh…! Está bien…- Dijo enfadándose consigo misma
por tener tan poca auto voluntad
-Bien- Dijo Kyle en un tono serio y miró fijamente
a Sebastian, fulminando la mano que tenía apoyada en el hombro de su hermana,
con la mirada. Un hermano protector, pensó Sebastian
- Si mamá se cabrea, tú cargas con el marrón-
Advirtió Derye.
-Está bien, está bien. Bueno… ¿A que esperamos?
Vamos a la fiesta- Dijo Mary. Se notaba que quería ir a esa fiesta.
Salieron del local, en la calle se respiraba a aire
fresco y había bastante silencio. Mary estaba llamando a la supuesta amiga que
les ayudaría a entrar a la fiesta, Kyle estaba al lado de ella; Sebastian y
Derye estaban sentados en el suelo. Para la sorpresa de Derye, no había llovido
como habían pronosticado en la tele, pero parecía que no faltaba mucho.
-Y bueno ¿Cómo te van las cosas?- Preguntó
Sebastian.
-Bueno bien, ya sabes, lo normal- Decía mientras
miraba el móvil- ¿Pequeña eh?- Sonrió
- Sí, soy mayor que tú por dos años, así que puedo
llamarte pequeña- Dijo riendo y Derye le dio un golpe en el brazo-
-¿Y tú? ¿Cómo estas con Kath?- Preguntó Derye
recordándose a sí misma que no podía dejarse llevar por la simpatía de
Sebastian, que sería incorrecto.
-Bueno…La verdad es que lo dejamos la semana
pasada- Aclaró en un tono neutro- No estábamos hecho el uno para el otro,
estamos mejor como amigos. Realmente mejor- Rio.
-Lo siento. No lo sabía. No tendría que haber
sacado el tema.
-Tranquila, no hay malos rollos ni nada, si estamos
mucho mejor como amigos, enserio-
Volvió a reír- No todo es siempre tan
complicado.
Sebastian siempre sorprendía a Derye con su forma
de vida. Ella lo encontraba atractivo y esa noche debajo de las farolas aún
más. Resaltaban su pelo castaño y sus ojos pardos.
Derye se quedó mirando el cielo unos instantes.
Estaba totalmente cubierto por nubes, aunque se podía distinguir un poco la
luna por encima de ellas. Estaba preocupada. Por una parte, se habían pasado
del toque de queda de su madre, lo cual llevaría a los hermanos a tener una
desagradable conversación con su madre sobre el peligro de la calle, las
drogas…
Por otra parte estaba nerviosa por estar tan cerca
de Sebastian. Eran amigos, claro está, se habían estado enviando mensajes todas
las noches y hablando hasta la madrugada, pero aun así, ella sentía que era
incorrecto estar con él, ya que salía con Kath, su segunda amiga más cercana
después de Alice.
Era tan complicado, pensaba Derye todas las noches
después de decirle adiós a Sebastian.
Mientras Derye seguía en sus pensamientos un coche
negro se acercó, y al abrirse la ventanilla delantera, apareció la cabeza de
una chica pelirroja, seguramente teñida.
-¿Entráis o qué? – Dijo la pelirroja con una voz
algo chillona- Me llamo Chris- Dijo sonriendo a Sebastian y Derye. Se suponía
que se estaba presentando o algo.
- S…si- Dijo Derye algo confusa, como despertando de
un sueño o algo parecido, sus pensamientos. Se miró las manos y se dio cuenta
que no tenía su pulsera. Genial, seguramente se le habría caído, o eso pensaba.
Todos entraron al coche. Era bastante grande,
parecía caro. Seguramente el tipo de coche que su familia no se podría permitir
en años.
-Será un viaje un poco largo- Se propuso a decir
Chris. Una vez empezando a conducir, chirriando las ruedas a la vez.
***
El reloj avanzaba lentamente y su pequeño sonido,
retumbaba por toda la sala. Un sitio pintoresco, pero a la vez elegante. Había
columnas de mármol con formas espirales, en las cuales tenían grabadas
escrituras antiguas. El suelo de mármol negro encajaba bastante bien con la
alfombra blanca alargada de piel de oso.
Se podía oler a noche. Una sensación fría y
distante.
Kurt estaba echado en un sofá blanco, con una copa
de vino en la mano. Mirando al techo lleno de estrellas y cuerpos celestes.
Pensando en algún tipo de plan decorativo para la sala.
-No. Definitivamente no. No me gusta nada estas paredes.
Tienen que ser más sofisticadas- Decía con la mano sobre la cara- ¿Qué te
parece a ti James? – Preguntó a la vez que se sentaba y daba un sorbo a su copa
de vino.
-Está bien – Se limitó a responder mientras
jugueteaba con una pulsera plateada- Kurt.
-¿Si?- Dijo mirando la pulsera con curiosidad- ¿De
quién es?
-No importa- Hizo una pausa- ¿Crees que deberíamos
ir?
-Claro que sí, ese tipo nos debe algo, y no soporto
que no nos lo devuelva –Decía levantándose con un tic nervioso.
-Mucha gente nos debe cosas- Volvió a jugar con la
pulsera- Deberíamos dejarle un poco de tiempo.
-Ya son las doce y un minuto. Ya le he dejado
tiempo suficiente- Rio
Kurt se dirigió hacia el ventanal donde estaba
sentado James. Su pelo rubio se volvió plateado bajo la luz.
Sus ojos verdes estaban mirándolo curiosamente y
una sonrisa exagerada se dibujó en su cara. La cual no le hacía menos
atractivo.
-¿Su hermanita eh? – Volvió a reír -¿No crees que
es muy joven para alguien como tú? Creo que si te acercaras a la chica, su
hermano te pegaría una paliza. No, tú se la darías.
-No. Y no tiene nada que ver, es solo que… - Se
paró en seco y miró la luna que aparecía entre las nubes.
-Bueno, si no tiene nada que ver…Entonces vamos,
que seguramente ya estarán en esa ridícula fiesta humana. Pobres idiotas, solo
ven los que quieren ver. No saben nada, nunca saben nada- Dijo finalmente Kurt
adentrándose en la oscuridad
- Vamos James, la noche espera. Es hora de la
diversión- Hizo una risa bastante exagerada otra vez
Dicho esto unas alas totalmente negras aparecieron
en su espalda. Enormes y llenas de plumas. Parecían delicadas y mortíferas a la
vez…
Sus ojos se clavaron en James, y un ligero tono
rojizo parpadeó en ellos. Finalmente salió por el ventanal, dejando un rastro
de niebla negra a su alrededor.
James miró la pulsera un poco más y la guardo en el
bolsillo de sus pantalones de cuero negro lleno de cadenas.
Poco después unas alas negras aparecieron en su
espalda dejando una delicada figura entre las sombras. Sus ojos destellaban un
rojo más intenso y su anillo en el dedo corazón
brilló con un intenso azul.
-Se acerca la hora- Se dijo a sí mismo y sus ojos
azules recobraron su lugar en los rojos.
Dejando un poco de tiempo ascendió de
la misma manera que Kurt. Aunque no dejó niebla negra, solo una sensación fría
y pesada.
El cuarto se quedó en silencio total, solo se
escuchaba el tic tac del reloj.
Todo volvía a ser frio y distante. Mucho más.
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