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martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo 3 – Nuevas uniones

En la Calle Covent, en Reino Unido, una mujer esperaba sentada en las escaleras que conducían a su porche. Llevaba mirando su teléfono móvil desde las once y cuarto hasta ahora. Miró el nublado cielo, intentando despejar su cabeza. Marilyn era una mujer joven, de unos 36. Tenía el pelo oscuro, lo cual destacaba mucho sus ojos verdes.

Era una madre muy buena y cariñosa, aunque no podía darle todo lo que sus hijos querían. Los intentó criar sola, pero no pudo así que buscó un marido al cual intentó hacer pasar por el padre de sus hijos. Fue el mayor error de su vida, se decía cada noche. Aquel hombre de cuarenta años se convirtió en un maltratador, pero ella no podía hacer nada ya que le necesitaba por alguna misteriosa razón. Aguantó 2 hasta que sus hijos tendrían entre nueve u ocho años, ya que aquel hombre murió por un coma etílico. Desde ese momento se sentía más aliviada, pero la culpa siempre la tenía.

Volvió a mirar el cielo y abrió de par en par sus ojos verdes. Estaba menos nublado, lo que ocasionaba que la luna se dejase ver. Su rostro palideció, rápidamente marcó un número. Pasaron unos segundos hasta que alguien contestó.

-¿Hola?- Preguntaba un voz masculina, de unos 36 años, desde el otro lado de la línea.

-Mikel – Dijo seriamente.

-¿Marilyn? ¿Eres tú? – Dijo preocupadamente el hombre.

-Kyle y Derye no han vuelto – Dijo dudando – Hay luna de Disiunctionem. Mi anillo Aspicientis no recibe cambios en su flujo de vida, pero no cogen el teléfono.

- Haber Marilyn, ¿No crees que simplemente se les ha pasado la hora y les miedo volver por las represalias? – Suspiró- Además desde la derrota de los hijos de…

-Entiendo. Tienes razón- Dijo rápidamente

-Maril… - Decía el hombre pero Marilyn le había cortado la línea 
La mujer suspiró y cerró el móvil.

-Todo acabó Marilyn- Se dijo a si misma- Ya no hay peligro.
Se levantó de las escaleras y volvió a mirar fijamente la luna. Demasiados recuerdos malos se decía. Aturdida se fue a su cuarto, no sin antes pensar un castigo de categoría ejemplar para sus hijos.

***

La luna brillaba con más fuerza que nunca. El aire gélido junto a la oscuridad de la noche encajaba perfectamente.

El ligero y frio aire hacía que el cabello de Derye hiciese formas ondulas. Su fino rostro su encontraba expuesto a la blanca luz de la luna y ella misma cargada en los brazos de un joven, James. A pocos metros se encontraba Kurt volando con sus enormes alas negras. 
Llevaba encadenado a un caballo alado, Mist, un Pegaso negro. En él iba esposado Kyle.

-Esto es demasiado bueno- Reía Kurt mientras descendía con Mist y Kyle.

-No veo la parte buena. Hacer trabajo. Solo eso- Dijo James en un tono neutro.

-Oh James- Suspiró Kurt- Como se nota que recién llevas poco más de medio siglo en esta estupendísima industria- Se limitó a contestar con un tono sarcástico.

- Lo que tú digas- Sonrió y miró a Kyle- Yo que tú no intentaría escapar- Dijo mirando de reojo hacía el suelo. Kyle miró hacia abajo y se arrepintió al instante.

Se dirigían hacia el centro. Eran aproximadamente las dos de la mañana una hora lo bastante buena para James y Kurt, ya que seguramente en estas fechas y a esa hora, la mayoría de la gente ya estaría ebria y nadie les creería si alguien dijese que ha visto en el cielo volar a dos personas y un caballo.

James miró el rostro de Derye. Era tan perfecta; sus ojos, su fina nariz, sus labios…Le atraían, pensaba. No, se corrigió, ella le atraía. Desde que la vio por primera vez había sentido como algo recorría todo su cuerpo no sabía que era, pero le preocupaba que eso le hiciera carecer de sentido racional, como había hecho en la fiesta de aquel puñado de adolescentes.

Fijó la mirada en la muñeca de la joven. Tantas preguntas pasaron por su cabeza sobre alguna razón eficiente para entender porque su pulsera había brillado a la vez de su anillo.

-¿A dónde vamos?- Dijo Kyle mirando a James fijamente, mientras este aun miraba el rostro de la chica.

- No te incumbe bestia- Dijo Kurt. Acto seguido miró a James- Tú, abre el portal- Dijo finalizando. Él no le respondió y eso hizo que Kurt maldijera en voz baja.
James fijó su vista en la fachada de un elevado edificio gris. En esto descendieron hasta tocar la fachada.

-Estoy cansado, hazlo tú- Dijo James aun con Derye en los brazos.

-Como quieras- Gruñó Kurt haciendo un gesto con su mano y tirando de las cadenas de Mist con fuerza.

Delante de los cuatro, cinco contando a Mist, se abrió una especie de pared liquida. Brillaba en un tono verde esmeralda. Kurt volvió a tirar de Mist y este respondió ante él. Se elevó en dos patas he hizo que Kyle se callera.

-Maldición- Gritó Kyle. A poco de esto Kurt se acercó a él.

-No te quejes, lo que viene a continuación será peor- Dicho esto lo cogió de la camiseta y lo arrastró junto a Mist hacia el portal.

El líquido portal se vio alterado al hacer desaparecerlos en él.
James miró el portal y luego a la chica. Derye movió un poco la cabeza y entreabrió los ojos pero el cansancio era aún tan grande que la obligó a volver a cerrar los ojos.

En esto se adentraron en el portal y desaparecieron en él al igual que Kurt y el resto.

Aparecieron en una gran sala decorada a su alrededor por gigantescas columnas de mármol en forma de espiral y un suelo de mármol también, aunque negro y más brillante. Una elegante alfombra blanca recubría una parte del suelo de mármol, y los sofás blanco también, se alternaban con otros granates.

El techo estaba recubierto de cuerpos celestes, lo cual sorprendió a Kyle. Estaba fascinado por la belleza y austeridad que ese sitio emanaba.

-Mist- Dijo Kurt haciendo un signo que significaría que se fuera.

Así lo hizo el Pegaso y se dirigió elevándose hacía el techo, el cual atravesó como el portal, aunque en forma de cielo- ¡Gramare!- Llamó Kurt, con un tono de poderío. En eso apareció una joven chica con el pelo totalmente negro y ondulado, con unos ojos al igual que los de James.

-James, Kurt- Dijo mientras hacia una reverencia. Miró detenidamente a James y a la chica que sujetaba en brazos- ¿Quién es?- Preguntó con curiosidad.

-No preguntes, solo llévala a un dormitorio y atiéndela.- Dijo James mientras se dirigía a una gran puerta.

-Hermano…-Contestó Gramare pero él no respondió, seguía caminando. Ella lo siguió y miró a Kurt, después a Kyle, el cual la vigilaba junto a James. Se llevaban a su hermana, pero él no podía decir nada al respecto. No después de lo que había hecho.

***

Kyle miró al suelo unos instantes y luego las esposas de sus manos. Se habían empezado a formar heridas alrededor de ella que rápidamente sanaban pero volvían a aparecer, haciéndole imposible mover las manos.

-Acero forjado con verbena- Dijo Kurt mientras se serbia una copa de vino. Suspiró y dirigió su mirada hacia Kyle- Eres novato, no sabes ni tus debilidades. Te haría un favor matándote pero por alguna razón aparente- Miró hacía la gran puerta por la que habían cruzado James cargando a Derye, junto su hermana-  James no me deja hacerlo.

-Inténtalo- Le retó el chico- No tengo nada que perder.

-¿Seguro?- Sonrió Kurt a la vez que se acercó hacia él. A unos milímetros del rostro. Kyle se quejó de dolor y Kurt le susurró- Todo a su tiempo. Todo a su tiempo- Decía mientras le quitaba la daga que le había clavado en el estómago. La sangre brotó y manchó la camisa verde. Sangre que paró en cuestión de segundos y el joven se reincorporó, aunque sentado.

-Si la tocáis os mataré. Lo juro- Dijo Kyle apoyando en una de las enormes columnas.

-No nos interesa matarla- Respondió mirando la daga que le había clavado y después la lanzó a varios metros a distancia- Podría ser importante para nosotros- Sonrió y miró a Kyle- Y posiblemente tú también. Incluso podríamos quitarte esa horrible maldición que tienes- Reía y volvió a beber un sorbo de su copa.

Kyle abrió mucho los ojos y le miró atónito.

-¿Qué tengo que hacer?- Preguntó este rápidamente.

-Todo a su tiempo. Todo a su tiempo- La sonrisa de Kurt volvió a exagerarse y se tumbó en un sofá granate. Llevando el ultimo sorbo de su copa de vino a su boca.

Gramare miraba a su hermano, tenía la puerta entreabierta hacia la habitación donde estaba echada Derye. Sus ojos azules se quedaron fijamente en los de él. Mientras de vez en cuando miraba de reojo a la extraña invitada que estaba en el cuarto.

-¿Quién es?- Preguntó- No puedes traer aquí a una humana- Decía en voz baja pero aun así se le escuchaba bastante. Él no respondió. Solo la miró.

- No lo sé. Pero ha pasado algo con el anillo- Dijo mientras se lo mostraba- He sentido algo muy extraño. El anillo y su pulsera se iluminaron.

-¿Kurt te ha dicho algo? ¿Te ha dicho porque?- Preguntó sorprendida y atónita a la vez.

-No. Por eso la tenemos aquí- Suspiró- Aquí el tiempo pasa mucho más despacio que en el mundo humanos Gram.

-Losé, un día aquí equivale a diez minutos allí- Dijo como si estuviera repasando alguna lección- Pero…

-Gram, escúchame- Dijo cogiéndola de los hombros- Debes prometerme que si se despierta, y te pregunta, no le responderás. No hablaras. No dirás nada.

-Te lo prometo- Dijo la joven mirándolo extrañada- Pero James, me tienes que explicar que pasa- Dijo cogiéndolo del brazo.

-Te lo explicaré, pero por favor ahora solo vigílala- Diciendo esto se soltó de su mano y se dirigió a él gran salón. Ella le siguió con la mirada hasta que desapareció por el salón. Su hermano actuaba distinto se decía ella.

Entró en la habitación donde se encontraba Derye y cerró con llave. Se dirigió hacia ella y se sentó en un lado de la gran cama donde estaba echada. Miró las delicadas y suaves telas de la cama. El intenso granate se juntaba con las inmensas almohadas negras y blancas, junto con el delicado cabezal negro. La habitación era más bien poco iluminada solo se filtraba la luz de las miles de estrellas que se veían por las dos grandes ventanas situadas una al lado de otra de la cama.

Observó su fino rostro y se lo tocó. Estaba totalmente ardiendo. Posó su mano en su frente y un gélido aire salió de ella, enfriando su temperatura corporal. La fiebre había bajado.

Gramare aparentaba 15 años y sus fríos ojos la hacían ver aún más pequeña. Se levantó y acomodó su vestido de terciopelo verde. Se dirigió a la cómoda y se miró en el espejo. Se quitó los lazos que adornaban su larga y negra melena.

Escuchó la respiración agitada de la muchacha y unas palabras entrecortadas. Se acercó y la miró interesada. Le apartó el mecho castaño. Le resultaba bastante familiar, como si ya la hubiese visto y al instante se fijó en su muñeca. Su plateada pulsera desprendía un color azul intenso. Mientras la miraba atónita notó que su colgante brillaba también.

-Imposible- Dijo mientras se levantaba de la cama y se dirigía hacia el gran ventanal llevándose la mano al pecho. Estaba nerviosa y expectante. Su colgante dejó de brillar pero estaba tan sumergida en sus pensamientos y preguntas que no le prestó mucha atención.

Derye entreabrió los ojos. La cabeza le dolía mucho. La chica juraría que había visto a James  y sus penetrantes ojos azules hace nada, pero pensó que sería una alucinación. Finalmente se recompuso y abrió los ojos.

Deseó no haberlo hecho, ya que todo se le vino a la cabeza. La locura en los ojos de su hermano, Kurt y James, la sangre… Se llevó la mano al cuello. Tenía dos pequeños agujeros, los cuales confirmaban sus sospechas.

 Miró a su alrededor. No estaba en el bosque sino en una habitación bastante grande y a oscuras.

Divisó a una figura. Una chica con el pelo negro y ondulando, la cual la bañaba la luz de la luna. Su piel era pálida y perfecta. La chica se dio cuenta de su presencia y la miró fijamente, indecisa de decir algo.

Derye la miró extrañada, se parecía mucho a James. Sus ojos, aquellos ojos azules eran igual de fríos.

-¿Dónde estoy?- Preguntó Derye rápidamente. Buscó su bolso para ver su móvil. No estaba por ningún lado. La chica no respondió solo la miraba. Derye se puso nerviosa he intentó levantarse. Fue un error ya que sintió un gran mareo que le obligó a sentarse en la cama. Al verla la chica se acercó rápidamente a ella.

-Se te pasará, no estás acostumbrada- Dijo rápidamente. Su voz era tan delicada al igual que ella. Por su aspecto lucia de unos 14 o 15 años.

La chica la miró detenidamente y la misma sensación que sintió James se apoderó de ella- ---

-Me llamo Gramare, soy la hermana de James- Dijo finalmente. Era evidente, se parecían mucho se dijo a si misma Derye.

-¿Y mi hermano?- Pregunto Derye. La chica la miró extrañada.

-¿Aquel chico era tu hermano?- La miró atónita- No os parecíais- Reflexionó un momento y al final habló- ¿El vampiro?- La palabra vampiro retumbó en su cabeza. Su hermano era un vampiro y aun no lo asimilaba.

-Sí- Dijo aturdida. Desde pequeños siempre les habían dicho que parecían gemelos por su pelo, estatura, ojos… ¿Cómo que no se parecían?

-Estará bien por el momento- Dijo cortantemente y miró las marcas de su cuello- ¿Te ha atacado verdad?-

Derye asintió con la mirada perdida.

Intentó volver a levantarse y Gramare la ayudó. Poco a poco se fue acostumbrando a la sensación de mareo y pudo reincorporarse completamente.

-Necesitas asearte- Le dijo Gramare extendiéndole la mano. Derye sabía que podía ser peligroso fiarse ella, pero accedió y le dio la mano. Gramare abrió una puerta continua a la habitación donde se encontraba un enorme lavabo con una gran bañera. Todo estaba hecho básicamente de mármol blanco, aunque el gran espejo estaba enmarcado por madera oscura.

-Tómate el tiempo que necesites- Advirtió Gramare con una leve sonrisa. Parecía una buena chica pensó Derye al mismo tiempo que se desprendía de la ropa y se dirigía a la bañera, la cual estaba escondida detrás de un gran muro de mármol. Se sintió segura al ver el muro y se adentró en ella.

Estaba llena, al parecer Gramare la habría llenado previamente de agua caliente. Una vez dentro se puso cómoda y miró la pared que estaba mojada por la humedad. Pasó bastante rato allí. Cuando sintió que ya era suficiente  salió de la gran bañera.

Para su sorpresa encontró un albornoz  azul junto a un vestido parecido al de Gramare aunque en tonalidades oscuras, casi negro. Se cubrió con el albornoz y se dirigió al espejo.

Con la mano quitó lo empañado y se vio. Dejo escapar un grito ahogado. La chica que había en el espejo era ella, aunque parecía cambiada. Sus ojos mieles tenían pequeñas mutas de colores azules.

Se miró más de cerca, era imposible. Su pelo también estaba distinto, parecía más largo y más pelirrojo que castaño.

En cierto modo se parecía más a su madre ahora. Su pálida piel estaba radiante y mucho más perfecta de lo que jamás en su vida hubiese estado.

Se quedó mirando su reflejo unos minutos y finalmente se vistió con el bonito vestido de terciopelo. Se acomodó el pelo y se dirigió a la puerta, en la cual unos zapados negros estaban esperándola. Se calzó y abrió la puerta.

Cuando Gramare la miró se quedó unos segundo observándola y luego le hizo un gesto para que se acercara al tocado que había.

-Pareces más relajada- Decía Gramare mientras cepillaba el pelo de Derye. Las ondulaciones que se le habían formado se le alargaban hasta la cintura. Le hizo un semirecogido decorando su melena con horquillas brillantes- Derye ¿Verdad?- Decía mirándola tras el espejo.

-Sí- Dijo asintiendo- ¿Puedo preguntarte algo?

-Claro.

-¿Qué es todo esto? He de admitir que no he preguntado mucho antes porque estaba bastante aturdida y confundida, pero por favor… ¿Qué pasa?- Suplicó expectante a una respuesta.

La chica la miró con sus enormes ojos azules, Gramare no sabía que decir. James le había hecho jurar que no diría nada y ya se había ido de la lengua en varias ocasiones, pero por otra parte sentía que podía confiar en ella. No sabía porque pero lo sabía.

-No tengo mucho información- Suspiró- Pero sé que es algo relacionado con tu pulsera y el anillo de James- Y mi colgante pensó- No sé mucho sobre esto realmente pero sé que tú eres la respuesta a muchas de nuestras incógnitas. Nosotros, James y yo…-Paró de hablar- Lo siento- Se disculpó a lo que Derye respondió que no pasaba nada.

Derye miraba su nueva y extraña mirada, en cierto modo le asustaba no lucir como antes, pero se sentía más tranquila por alguna razón inexplicable.

-¿Puedo verle? A Kyle- Preguntó y la chica se quedó pensando. Supuso que se refería a su hermano así que se limitó a hacer una mueca.

-No deberías, no debería, pero…-suspiró y se dirigió a la puerta. Sacó una llave de algún bolsillo de su vestido y abrió la puerta. Derye se levantó y se dirigió a la puerta también. Al abrirla, sintió frio y se alegró de que el oscuro vestido llevara mangas largas.

Gramare empezó a caminar por el pasadizo dejando ver su perfecta figura esbelta y delgada. Era tan delicada que parecía que se rompería en mil pedazos se decía Derye.
Se giró para ver a Derye y le hizo un gesto para que caminara a su lado. Así lo hizo. El suelo era de mármol, como no, un negro y frio mármol al igual que todo el pasadizo.

-Pensaras que somos malos ir a por tu hermano- Hizo una pausa- No es que nos entusiasme mucho, excepto a Kurt. La verdad es que tu hermano cuando…-Calló. Pensó que no sería adecuado decirle: ‘’Cuando tu hermano murió y se transformó en vampiro’’.

-Entiendo- Dijo Derye apretando el vestido.

-Detectamos que un vampiro estaba causando problemas en el bosque más cercano. Los animales aparecían desgarrados, y una noche mientras lo buscábamos, lo encontramos. Intentamos apresarlo, pero por alguna razón Kurt le dio parte de su sangre. No estábamos a favor James y yo, pero no tuvimos más remedio que obedecer. En ese momento James aun no era jefe.

>>Meses después Kurt nos contó que aquel vampiro tenía que pagarnos con algo que solo él podía hacer. Matar vampiros neófitos. Nosotros no podemos, ya que son demasiado rápidos y su mordedura es mortal para los…-Volvió a parar- Para los que son como nosotros.

-¿Qué sois?- Preguntó ella desconcertada.

-Espero que ellos te lo puedan explicar mejor, como te he dicho antes, aun no se mucho, sonrió apenada- Lo siento- Derye asintió y le dejó seguir con la historia.

-El vampiro dejo de matarlos. Kurt no le dio demasiada importancia, pero pasaron varios días, hasta que fueron a verle. Estaba en estado agresivo, pero se controlaba con los humanos. Entonces que empezaron a frecuentarlo-Dijo con una sonrisa leve- Hasta hoy. 

Gramare se detuvo frente a una gran puerta de roble. Habían llegado.


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