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sábado, 12 de octubre de 2013

Capítulo 6 – Veintitrés


Los cristales empañados de la cafetería eran la única distracción, aparte de las furtivas miradas al reloj de pared del local, para Sebastian. Eran la una menos cinco. Tardaría poco en llegar. Miró su taza de chocolate caliente y suspiró.

Tenía una propuesta interesante que hacerle y no pudo evitar sentir un leve nerviosismo. Mientras pensaba la estrategia que usaría la puerta se abrió dejando sonar el típico cascabel que anunciaba la entrada de alguien al local.

Derye examinó el lugar buscándolo y cuando lo visualizó le dedicó una sonrisa. Sus mejillas estaban sonrojadas por el frio. Al verla hizo una cara de confusión, ella lo notó y se sentó.

-¿Qué le ha pasado a tus ojos?- Preguntó desconcertado

-Ah- Suspiró- Al parecer el pigmento está cambiando por la genética de mi padre- Dijo intentando ser natural.

Había practicado esta excusa varias veces en su casa antes de salir hacía la cafetería así que esperaba que fuese creíble- También me he aclarado un poco el pelo, creo que necesitaba un cambió- Sonrió.

-Te queda bien- Dijo este dedicándole una sonrisa- Bueno ¿Qué quieres comer?- Le entregó la carta- Elige lo que quieras excepto la sopa de remolacha- Hizo una mueca de asco- Antes un hombre la pidió y todo el local empezó a apestar.

-¿Enserio?- Rio- Vale creo que pediré una ensalada de cangrejo con un bistec. Todo excepto la sopa de remolacha- Sonrió.

-Buena elección, pediré lo mismo- Diciendo esto hizo una señal a la camarera y una chica bajita y rubia se acercó. Sebastian pidió los menús y dos tazas de té.
Mientras comían empezaron a hablar sobre temas triviales hasta que al final empezaron a hablar de las vacaciones de invierno.

-¿Y qué haréis para navidad? Solo quedan dos días y ocho para año nuevo. Nuestras dos últimas semanas de libertad- Rio haciendo una mueca despreocupada. Derye miró por la ventana intentando ver algo del paisaje que se libraba del empañamiento de esta.

-Nos iremos a casa de una parienta lejana. – Reflexionó su dialogo practicado y prosiguió- Estará muy bien, mi madre dice que es una casa muy grande- Sonrió- ¿Y tú que harás?

-Lo mismo de siempre- Alzó los hombros- Pedir el pavo a esta cafetería y apañármelas con mi hermana.

-¿Tu madre se ha ido otra vez?- Preguntó y sintió un poco de tristeza por Sebastian. Ya se lo imaginaba sentado en el salón de su casa intentado que su hermana de 6 años, Claire, comiese algo del asqueroso pavo de la cafetería.

Muchin’s recibía bastantes encargos en esa temporada del año así que supuso que cenarían muy tarde.

-Sí, no importa siempre tiene trabajo- Sonrió. Cambiaron de tema  y pasaron a hablar de temas triviales e incluso reírse de las insufribles chicas que estaban en la fiesta de ‘’ayer’’  y hablar sobre el grupo que había tocado.

La comida fue bastante agradable y al ser las dos y media  Derye y Sebastian se despidieron. Estaban en la calle a punto de irse, pero Sebastian la llamo a escasos metros.

-Derye…- Dijo este mirando el suelo- ¿Te gustaría salir?- Preguntó mirándola a los ojos y esta se impactó ante la propuesta.

-¿Salir…De salir?- Sonrió

-Salir de Salir- Dijo evitando que una sonrisa se dibujara en su rostro- ¿Y bien?- Preguntó pero Derye ya estaba entre sus brazos abrazándole. Ella miró sus increíbles ojos castaños pardos. Sus bocas estaban a escasos milímetros y finalmente sintió como un suave tacto rozaba sus labios. Un tacto suave y cariñoso.

En ese momento miles de agradables sensaciones recorrieron su cuerpo. Poco a poco el beso acabó en una sonrisa entre ambas bocas.

-Claro- Se apartó lentamente de él- Ahora me has dado un motivo para desear que empiecen las clases- Dijo riendo y con una gran sonrisa en la boca. Su deseo más oculto se había hecho realidad.

-Y a mí otro para que la factura de mi móvil incremente en un doscientos por cientos.- Le dedicó una sonrisa y esta sonrió también- Te quiero.

-Yo también- Dijo Derye mirándole a los ojos y evitando abrazarle otra vez- ¿Esto es real?-

-Lo es- Afirmó hundiendo su nariz en su rojizo castaño cabello.
Después de ese abrazo efusivo se fueron apartando poco a poco e instintivamente Derye miró el reloj.

-Maldición- Susurró apenada- Me tengo que ir.

-No tranquila, pásatelo bien en tus vacaciones -Sonrió empezando a caminar. Derye corrió otra vez hacia él, dándole otro tierno beso en sus labios.

-Nos vemos- dijo está empezando a caminar hacia su casa.

-Nos vemos- Sonrió y alzó la mano en despedida

***

Al llegar a casa aún tenía una enorme sonrisa plantada en su cara y miles de mariposas revoloteaban en su interior. Después de tanto tiempo, ella y Sebastian. El 23 de Diciembre que nunca olvidaría, su primer amor.

Cuando entró pudo ver la graciosa situación en la que su hermano y su madre se encontraban. Kyle llevaba en sus brazos una caja llena de videojuegos y su madre tenía en su mano uno de sus más valiosos videojuegos, Guitar hero.

-Pero mamá…- Protestaba Kyle dando una apariencia un poco infantil y a la vez graciosa. A Derye le encantaba verle de esa manera, tan despreocupado tan él.

-No, deja esos videojuegos aquí o este desaparecerá para siempre- Sentenció Marilyn en un tono serio.- Aunque ahora todo allí sea un poco más moderno no significa que te puedas llevar todos esos videojuegos.

-Está bien –Cedió Kyle dejando la caja en el suelo y cogiendo rápidamente el videojuego. 

Tenía una sonrisa implantada en el rostro. En ese momento se fijaron el ella, Derye que los miraba reprimiendo una carcajada.

 Su madre sonrió y volvió a su cuarto a empaquetar algunas cosas más

-¿Enserio Kyle?- Preguntó sin poder evitar reír y coger rápidamente su videojuego favorito.

-¡Hey!, dámelo- Kyle corrió hacia ella y le inmovilizó un brazo. Derye reía al ver la desesperación por el juego en sus manos. Kyle sonrió. Rápidamente sujeto su brazo y cintura con una mano atrayéndola hacia él.

Derye aun reía con esa graciosa mueca que hacía para reprimírsela, era demasiado hermosa se decía para sí mismo. Entonces por un momento sus ojos se encontraron y la mirada de 
Kyle se ensombreció.

-Basta ya, dámelo- Dijo cogiendo el videojuego violentamente de las manos de la chica y apartándose de ella.

-¿Kyle?- Preguntó desconcertada sin pensar siquiera en sus razones para volverse así- Si te has enfadado…Lo siento. No volveré a tocar tus videojuegos- Intentaba decir mientras movía los dedos entre si rápidamente, nerviosa de haber estropeado el momento siendo demasiado pesada-

-No- Dijo Kyle llevándose la mano a la frente y moviendo la cabeza- sigamos con los paquetes-susurró y esbozó una pequeña sonrisa para disimular o atenuar la situación.

-Claro, iré a ver si mamá necesita ayuda- Sonrió y subió las escaleras en dirección a su madre. 
Cuando Kyle escuchó el sonido de la puerta suspiró y lanzó un patada a la mesa. Odiaba sentirse así.
 ***

Eras casi las tres, Marilyn y Kyle estaban con media docena de cajas frente al portal. Derye bajó las escaleras y suspiró. Un cambio de vida demasiado grande, pensó.

-Bueno-Inspiró Marilyn- ha pasado mucho tiempo-Se dijo a si misma en voz baja- ¿Listos?- Les preguntó.

-Sí- Respondió Kyle secamente y Derye asintió- Entonces Marilyn sacó algo de sus gastados tejanos que cubrían sus largas piernas del frío. Era un anillo con una forma curiosa.

Marilyn le daba vueltas y vueltas y al final lo colocó en su fino dedo. El anillo tembló un poco y entonces dos hombres salieron del portal. Eran altos y robustos y largos flequillos les tapaban los ojos. Uno era castaño, el otro moreno. Los dos hombres recogieron las cajas y pasaron por el portal.

Marilyn avanzó también pero se giró hacia ellos para ver la divertida expresión de sorpresa de sus hijos

-Os acostumbrareis- Sonrió y Derye avanzó hacia ella, luego Kyle. Cruzaron el portal y sintieron una abrupta sensación en el cuerpo. Segundos después estaban en la misma sala en la que llegaron por primera vez Kyle y Derye, aunque iluminada ahora por la luz del día.

-Ha pasado tiempo- Dijo su madre con añoranza en los ojos. Todos se giraron al oír varios pasos acercarse, Miranda, Beatrice, James y Kurt estaban allí.

-Hermana- Sonrió Mirando abrazando a Marilyn.- Me alegra que esto vuelva… a ser como en los viejos tiempos- Sonrió un poco apenada pero luego volvió a su sonrisa habitual.

-Derye- Saludó Kurt con un movimiento de cabeza y después a su madre y Kyle.

-Hola- Dijo esta sin saber cómo responder a sus formales y complejos saludos. Sintiéndose demasiado normal al hablar.

Fijó su vista en James y sus gélidos ojos pero rápidamente se percató de la mirada de Beatrice. Esta no pareció inmutarse dela mirada entre ellos y la sonrió.

-Me gusta tener a alguna chica de mi edad- sonrió Breatrice- Espero que como primas nos llevemos bien.

-Sí- Mintió, Beatrice no era el tipo de chica que consideraría su amiga. Y por alguna razón estaba un poco celosa de ella. Miró a James. Él intentaba no mantener contacto visual otra vez y la irritó.

-Espero que nos llevamos bien, James- Dijo está obligándole a mantener el contacto visual. Sonrió.

-Sí, espero lo mismo- Reaccionó él y sus ojos establecieron una conexión de diez segundos.

Después se separaron justo para que Miranda les llevara a sus habitaciones. Mientras se iban hacia ellas, Derye miró rápidamente hacia James, y Gramare. James la miró fijamente y ella hizo lo mismo.

Finalmente le pareció ver una leve sonrisa en la comisura de sus labios y sonrió. Beatrice la sonreía amistosamente mientras se alejaba pensando que era ella la causa de su sonrisa.

Miranda situó a su madre en la sala este y a Kyle en la norte con ella en habitaciones separadas. Kyle estaba situado cerca de la habitación de Beatrice.

Miranda la acompañó hasta uno de los extremos de la sala norte a una habitación al lado de otra a cinco metros de separación entre puertas.

-Espero que te guste. Escogí una de las más grandes-Sonrió orgullosa- Y la decoración la elegí yo también. Espero que te mis gustos no sean muy malos- Dijo esto y se fue alejando para que Derye pudiera ver la habitación tranquilamente.

Al entrar un olor a lavanda la encantó. La habitación era enorme y una gran cama con estilo renacentista le llamó la atención.

-Madre mía- Pensó.

Era una cama con sábanas y colchas granates y negras. Un gran cabezal decoraba la cama y las numerosas almohadas la embaucaron. La habitación era totalmente blanca y tenía un gran tocador con un bonito espejo.

En la habitación, dos puertas crema estaban en una esquina. Abrió una he visualizó un gran lavabo con una bañera en forma de circulo en el suelo. El baño estaba lleno de velas y perfumes aromáticos.

Abrió la otra puerta y vio un gran vestidor con un montón de ropa. Cortesía de Miranda, pensó.

Se estiró en la cama unos minutos. Todo era muy nuevo para ella aun. Se levantó, respiró y vio por el gran ventanal, el cielo. Se fijó en que había una puerta que la conducía a un balcón medianamente grande. Se apoyó en él y miró la ciudad. Luces verdes, azules y blancas adornaban el paisaje. Se sentía rara llevando unos jeans en un sitio como ese. Tiempo, solo necesitaba tiempo.

Mientras pensaba una sonrisa se le apareció en la boca al recordar su beso, su primer beso, con Sebastian. Estaba encantada y demasiado emocionada. Notó que se estaba ruborizando y rápidamente se llevó las manos a la cara.

Giró la cabeza ligeramente hacia un lado y le vio. James estaba apoyando en otro balcón al lado del suyo mirándola con su cabeza posada en su mano. Sus gélidos ojos se encontraron con los suyos y pudo distinguir claramente su sonrisa en el rostro. Se ruborizó al pensar que había visto su comportamiento de niña pequeña.

-¿Cuánto tiempo has estado ahí?- Pregunto está intentando ponerse lo más formal posible.

-Lo suficiente para ver tu expresión- Sonrió y se sentó en el borde del balcón.-  ¿Es bonito verdad?- Dijo mirando la gran ciudad enfrente suyo. Tenía un aspecto tan juvenil en ese momento que a Derye se le aceleró el corazón.

-Sí- consiguió articular- Lo es.

-Nunca me pude imaginar que eras de una de los tres reinos. Eso lo hace más interesante- Sonrió y señaló su anillo. La extraña conexión entre ellos dos era demasiado rara. Seguramente su madre y Miranda hablaron de eso. Derye supuso que quizás más tarde podría preguntarle.

-Ni yo que alguien pudiese comprometerse tan joven- Dijo rápidamente sin pensar y cuando se escuchó decir eso se llevó la mano a la boca. La mirada de James cambió totalmente. Estaba serio. Se hizo un silencio entre ellos

-No fue mi elección- Dijo finalmente- Convertirse en jefe conlleva eso. Kurt era su prometido.

-Lo siento- Se disculpó               

-Está bien- Dijo tranquilamente

Los dos se volvieron a mirar y luego Derye apartó la mirada volviéndose hacia la ciudad.

-¿Y ese chico?- Preguntó él mirando también a la ciudad. Ella se giró hacia él rápidamente. Levantó una ceja y é se volvió hacia ella-¿Sois algo?

-No- Dijo sin entender muy bien porque lo decía. Hace unos minutos estaba totalmente feliz y emocionada y se sorprendió ella misma al oírse decir todo aquello. Era una parte de sí misma que no conocía y la asustaba.

Pudo ver un pequeño alivio en los ojos del chico y de alguna manera le gustó. ¿Era posible todo esto? Se preguntó.

-Son las siete- Dijo James sonriendo al ver la confusión de su cara.- El baile.

-Ah- Recordó y sonrió al ver su expresión divertida y juvenil.

-¿No te vas a arreglar?- Preguntó cruzando los brazos- Beatrice empezó a las seis.Al escuchar eso sintió una pequeña ira y frunció el ceño.

-Sí- Respondió secamente- Será mejor que me valla.- Diciendo esto entró a su habitación y cerró la puerta poniendo las cortinas. Estaba enfadada, no por escuchar eso sino por saber porque lo estaba. James estaba aún en el balcón mirando el ventanal tapado por las cortinas y una sonrisa se le dibujó en la cara al ver su reacción a su juego. Tal vez los de Beatrice fuera cierto, pero necesitaba comprobar algo y de momento parecía que iba bien. Miró al cielo y  después a su anillo. ¿Sus sentimientos eran tan contradictorios? ¿Solo quería saber cosas sobre su pasado y la utilizaba? ¿O quería algo más de ella?

***

Había pasado 30 minutos en la bañera. El vapor dejaba su vista nublada y su cara estaba enrojecida por el calor. Aun se preguntaba cómo había podido decir que Sebastian y ella no eran nada. ¡Claro que eran algo! ¡Eran novios! Le decía su subconsciente. Finalmente decidió salir de la bañera y se envolvió en un albornoz suave al tacto. Al salir del baño sintió como cada vello se le erizaba con la contrarresta de temperatura.

Estuvo pensando en que ponerse pero cayó en la cuenta de que la mayoría de ropa que había dentro eran vestidos de gala, elegantes…en general vestidos. En el vestido había un gran zapatero también.

La caja que había traído con ropa le pareció ridícula. Se sintió aliviada al ver que había ropa actual y algo cool  en el vestidor. Como iba a ser un baile optó por un vestido de palabra de honor verde esmeralda  y con caída recta. La parte de la cintura se le pegaba a la piel y le sentaba bastante bien. Los zapatos eran blancos aunque no se verían por el vestido.

Al verse al espejo se volvió a sorprender por su distinta mirada. Solo llevaba de accesorios la pulsera que le dio su madre. La pulsera que la conecta con James.
Su pelo estaba con sus ondas naturales y el color rojizo en su pelo castaño le resaltaba la piel pálida. Nunca pensó que se verías así y sin poder evitarlo sus mejillas se encendieron ante la idea de tener que estar con una aglomeración de personas desconocidas.

Se tumbó en su gran cama y arrastró el brazo hasta su móvil. Sonrió al ver un mensaje de Sebastian:

-‘’ Hoy es nuestro primer día de novios. Nuestro 23. Te quiero preciosa’’

Antes de acabar de leer una gran sonrisa estaba en su rostro y se dispuso a escribirle otro mensaje:

-‘’Nuestro 23 para siempre. Te echaré de menos’’

Cerró el móvil y una pequeña risita se le escapó. Dejó pasar un poco el tiempo y finalmente se levantó y se dirigió a abrir la puerta pero antes de estar a un metro de de ella, llamaron firmemente.

-¿Quién es?- preguntó sorprendida

-Daniel- Respondió y Derye abrió la puerta. El chico iba vestido con una camisa y con pantalones negros. Se le veía bien y su pelo estaba algo alborotado. Sonrió.

-¿Qué…?- Se dispuso a decir Derye pero Daniel se le adelantó.

-Vas a ser mi pareja en el baile- Dijo orgulloso.

-No sé si…- Empezó a excusarse pero a lo lejos vio a James llamando a la habitación de Beatrice. Una punzada de enfado y venganza se apoderó de ella- Claro, será un placer- Aceptó sonriendo falsamente.

Daniel y ella se dirigieron al salón principal. Derye le cogía del brazo como una buena acompañante haría. Hablaron sobre el baile. Daniel le relató detalle a detalle cómo eran esos tipos de eventos. Por lo general la música antigua no le disgustaba a Derye pero le entusiasmó escuchar que pasadas las doce habría fuegos artificiales.

También le dijo que a las doce en punto les reconocerían como la sucesión del linaje Fosternight y que seguramente causarían gran imputación al ver a su madre, Marilyn. Todo aquello la hizo ponerse nerviosa. Ella nunca pidió nada, vino solo.

En ese momento recordó las palabras de James sobre Beatrice: ‘’ No fue mi elección. Convertirse en jefe conlleva eso. Kurt era su prometido’’. Al pensar en eso se apenó un poco. Ella no sabía qué tipo de relación tenían pero parecía distante y perdido cuando lo dijo.

Cuando finalmente llegaron Derye se sorprendió al ver a la cantidad de gente que había. 
Todo el mundo iba con vestidos de época y los más jóvenes iban con un estilo parecido al que llevaba ella. Se alivió al ver eso.

Eran las nueve cuando llegó. Primero fue donde su hermano y este le dijo que su madre estaba en su habitación y saldría cuando les reconocieran.

-¿Entonces, Hemos de actuar?- Preguntó Derye a Daniel.

-De momento sí. Podéis decir que sois parientes lejanos de algún duque. Tranquilos, podeis inventaros los nombres del duque- Sonrió- aquí todo el mundo fingue que conoce a todo el mundo- Diciendo esto un hombre le llamó

-¡Daniel! Cuanto tiempo- Dijo el hombre moreno que parecía querer hacerle la pelota.

-Sí, me alegro de volver a verte- Respondió Daniel y nos guiñó un ojo diciendo: ‘’ A esto es a lo que me refiero’’. Sonrió y se alejó con el hombre a charlar.

Derye volvió a mirar a su hermano. Iba igual que Daniel. Al parecer todos los chicos iban iguales. Los hombres de mediana edad ya iban con distintos trajes.

-Estas muy guapa- Dijo Kyle sonriendo- Pareces una verdura- Rio y Derye no pudo evitar darle con el codo en el estómago.- Eso duele- Se quejaba Kyle mientras exageraba poses de sufrimiento. Derye rio, le encantaba que su hermano hiciera el tonto, la distraía de sus preocupaciones y eso le encantaba.

Pasó el tiempo hasta que fueron las once y media. Derye había intentado hablar lo menos posible. Solo habló con un par de gemelas adolescentes que no paraban de presumir sobre sus novios perfectos. Aquello le hizo recordar a Sebastian y las ganas que tenia de estar con él en ese mismo instante.

Poco rato después alguien la cogió del brazo. James.

-¿Qué quieres?- Preguntó secamente. James alzó la cejas en sorpresa y después examinó su vestido con aprobación.

-Me gusta- Sonrió-Vamos

-Suéltame-Espetó ella- ¿Adonde?- Él puso los ojos en blanco

-A que te reconozcan- Suspiró- ¿Vienes?
-Vale – Dijo un poco avergonzada por gritarle.

James la dirigió hacia una zona un poco más elevada, unos dos metros y subieron las escaleras.

Mientras subía las delicadas escaleras visualizó unas coletas rubias de una niña pequeña que corría. La siguió con la mirada y palideció. Estaba con Marilyn y Kyle ya en aquella zona y Miranda y Kurt hicieron que la gente callara. Mientras ellos estaban diciendo algo Derye se quedó paralizada y totalmente confusa al ver girarse a aquella niña.

El parecido era exacto se decía a ella misma, pero no podía ser ¿Verdad? Sí, era Claire. Lo comprobó al ver como se acercaba a una silueta que se dio la vuelta. Se dijo que no era posible hasta que unos ojos pardos encontrarse con los suyos y la miraron con sorpresa.

-Y cómo iba diciendo mi amigo Kurt, el linaje Fosternight continúa. ¡Marilyn y sus hijos, Kyle y Derye, los supervivientes de la batalla!- Aclamó Daniel rodeando  a Derye con el brazo mientras la gente comentaba y aplaudía pero ella estaba inmóvil mirando hacia una dirección. Kyle la observó y miró hacia esa dirección también.Sus ojos se entornaron al verle ahí.


¿Qué hacía ahí?





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