El calor sofocante de las antorchas contrastaban
con el frío que azotaba a James. Aunque eso no le afectaba, estaba demasiado
centrado en su objetivo. Dos lobos estaban delante suyo, lobos de Fertoan,
gigantes y blancos. Su mirada era rabiosa y sus ojos era negros como el carbón.
Uno de estos dejó al descubierto sus afilados
dientes y soltó un gruñido antes de abalanzarse sobre James. Con un giro de su
cuchillo, rebanó el cuello del feroz lobo. Y con un rápido movimiento, cogió
una flecha de su espalda y disparó al otro, el cual caía con fuertes aullidos
de dolor sobre el blanco suelo nevado.
James lanzó un cuchillo rápidamente a la cabeza del
animal para acabar con su sufrimiento.
Se levantó, aún con la agitación de la pelea y miró
a su alrededor.
El resto de guerreros seguían batallando con los
lobos, pero la batalla acabó en minutos.
Habían vencido mientras la blanca
nieve caia sobre el rostro de los guerreros ensangrentados y desgastados
Desde hace relativamente poco después de la
elección del rey, Kyle, los lobos venían en algunas manadas a atacar.
Al principio eran unas pocas, pero llegaron más, y
más rabiosos. James se dio cuenta de que los lobos habían sido hechizados para
que fueran más fuertes y agresivos, se les notaba en los negros ojos.
-¡Está bien! Volvamos al castillo- Ordenó Kurt que
alzaba la mano ensangrentada, para atraer la atención.
Todo el mundo le miró y agradecieron sus palabras
en silencio. Sus heridas lo decían todo- Será mejor que descansemos hasta que
venga la próxima manada.
Por un momento miró a James que seguía mirando el
cadáver de los lobos en el suelo, parecía pensativo, analizando la situación.
-¿Estás bien, James?- Le observó durante unos
segundos y James posó sus ojos azules en la luna, casi estaba llena.
El cielo plagado de estrella. Entre ellas su
favorita, Casiopea. Respiró profundamente antes de dirigir el rostro a su
amigo, el cual le observaba con sus ojos esmeralda, preocupado
-No- Dijo enfurecido y lanzó su cuchillo a uno de
los lobos que yacía agonizando como el anterior.
Volvió a mirar a Kurt, frunciendo el ceño- No
importa a cuantos matemos, Kurt. Siempre vienen más y más. Aún no hay bajas que
superen la decena, pero esto es la punta de un Iceberg.- Respiró.
Kurt le miró atentamente, en parte tenia razón
- ¿Quien sabe cuantos lobos más tendrán? ¿Cuantos
neófitos y demás criaturas?- Dijo alzando las manos y llevándose una a la
cabeza- Por no hablar de demonios, Kurt. No somos suficientes, aunque nos
queramos engañar, la batalla es muy inestable.
-Losé, James- Respondió con empatía- Yo tampoco sé
como acabáremos, pero tenemos que luchar y...-Dudó unos segundos- Y necesitamos
la máxima ayuda posible. Toda- James vaciló unos segundos, no entendía bien lo
que decía Kurt pero luego cobró sentido.
- ¿Los seres
de los bosques?- Le miró incredulo- ¿Crees que las hadas, si es que aun quedan
las suficientes como para crear un cuerpo humano entre ellas, junto a ninfas y
gnomos pueden luchar? Te creía más realista Kurt- Le miró
- Quizás con hechizos y curaciones ayuden, pero en
la batalla no sirven de mucho.
-Los elfos, ellos saben luchar, huyeron del quinto
reino ya lo sé, pero era para no involucrarse con la muerte de la naturaleza
Kurt saltó una de las rocas y se sentó, al lado de
donde James había estado luchando con los lobos- Ellos serian de gran ayuda,
tienen a otros seres aun más poderosos a su lado, James. Los necesitamos como
aliados
-Creo que eso deberías decírselo a Kyle, él se
encarga de estas cosas, ya sabes.
-Por favor James, yo si que te creía más realista,
todos sabemos que Derye tendría que haber sido escogida, tiene...¿Cómo decirlo?
Más espíritu guerrero que su hermano.
Kurt observó como James contemplaba su anillo, una
media sonrisa se le escapó de la comisuras de sus labios a Kurt, James estaba
recordando como empezaron las cosas- Además, sabes latín, y al parecer por lo
que he podido observar, él no.
-Está bien, enviaré una carta pidiendo su
alianza...-Se levantó- Aunque no sé que nos pedirán, Elfos obstinados.
Perdieron sus tierras, el lo mínimo que pedirán, pero serán desconfiados así
que buscarán alguna forma de establecer alguna permanencia.
-Entonces aceptas, perfecto, ya he enviado la
carta- Sonrió al ver el asombro de James en sus ojos- Mejor prevenir antes de
curar ¿No te parece?
-Como tú digas- Soltó James y comenzó a caminar.
Aun si no se le veía el rostro, Kurt sabía que estaba sonriendo.
***
El irremediable sonido del Tic-Tac, del reloj de
pared, estresaba intensamente a Derye. Había intentado concentrarse en los
deberes que tenía encima de la mesa, pero no había podido.
Cuando llegó a casa lo único que podía hacer era
darle vueltas al mensaje de Sebastian: A las doce, en el bosque.
Pensaba que debía decírselo a alguien, Kurt había
vuelto pero Miranda y su madre no. Aún así ella sentía que necesitaba ver a
Sebastian. Miró el reloj, eran las ocho. Faltaban cuatro horas.
Frustrada, lanzó su lápiz sobre las hojas de
traducción de Latín. Era su materia favorita, pero en ese momento no le
interesaba lo más mínimo.
Se levantó de su silla, y se puso sus botas de
militar.
Después de días, había regresado a su estilo
normal, aunque un poco innovado; llevaba pantalones negros y camisas que le
daban un aspecto fuerte y decidido.
Aparte, el entrenamiento de James dio sus frutos,
por el momento, en su actitud, era más decidida e impulsiva.
Justo en el momento que iba a salir de su
habitación, se paró en seco.
Corrió elegantemente y ligera como una pluma hacia
su escritorio, abrió un cajón y lo cogió. El colgante de Sebastian. La fina
piedra relucía.
Fue hacia la biblioteca. Aún le seguían
impresionando la tal cantidad de libros que había, miró a su alrededor. No
había nadie. Se decepcionó un poco, pensaba que quizás estaría James para
hacerle compañía.
Últimamente se habían unido más y sus sentimientos
hacia él habían cambiado positivamente. Era atractivo, pensó y al instante
sintió como la sangre se le subía a la cabeza. No era posible, a ella le
gustaba Sebastian aún, pero...Él la había traicionado. No sabía que pensar.
Mientras estaba encerrada en sus pensamientos, un
libro de las estanterías se cayó. Esto le fue suficiente para salir de su mente
durante unos segundos para recogerlo. Al hacerlo se dio cuenta de la presencia
de alguien. Kyle
-Dios mio, Kyle. Me has dado un susto de muerte-
Dijo recobrando el aliento por la impresión, sonrió levemente- ¿Que estás
haciendo aquí?
-Buscar información para estrategias de combate y
todo eso- Dijo levantando los hombros levemente. Era raro verlo, pensó Derye,
últimamente casi no hablaban.
Miró al suelo- ¿Y tú?- Preguntó y, al ver la
desconcertante cara de Derye, sonrió- ¿Que haces aquí? Quiero decir
-Ah, estaba buscando algo con lo que distraerme,
Latín me mata- Sonrió de medio lado. Su hermano alzó las cejas en sorpresa.
-Pero si a tí te encanta el Latín, yo siempre he
sido un patán en eso.- Miró a su alrededor, contemplando la enorme sala
- Aveces me alegro de que seamos lo que somos
Derye, no sabía que haría si hubiese tenido una vida...Ya sabes, normal- Caminó
hacia ella- Aveces creo que es un sueño, pero cuando pienso en la guerra...Por
un momento hubo un silencio incomodo.
Kyle estaba apunto de explotar, la impotencia de
tener a Derye como hermana le hería constantemente el corazón. La forma en la
que sus ondulaciones le caían por el rostro, le encantaba.
Se preguntaba siempre que hubiera pasado si no
fueran hermanos ¿Ella le querría?
Descartó toda posibilidad en un micro-segundo, no
importaba. Estaba atado a ser su hermano, aunque él no lo deseara.
-¿Kyle?- Le llamó la atención Derye al ver a su
hermano pensativo. Él rozaba con los dedos su mejilla involuntariamente. Cuando
se dio cuenta se apartó rápidamente.
-Creo que debería hablar con Kurt, quizás sepa
algo- Dijo rápidamente y cortante. Acto seguido se alejó sin detenerse de la
biblioteca, dejando a Derye immóvil y sin posibilidad de hablar.
Derye frunció la frente, su hermano estaba
últimamente bastante raro y aun más distante de lo habitual. Pensaba que nunca
le entendería.
Con sus finos dedos acarició la cubierta del libro,
era granate y, por lo que parecía, bastante viejo. Leyó el título:
‘’Las criaturas’’.
El titulo le llamó la atención así que se sentó en
uno de los sofás y comenzó a leer
‘’Las criaturas. Hace años, antes de que la especie de los Demoals se
creasen junto a los hijos de los ángeles, las tierras de Heelis y el mundo que
conocemos hoy como La Tierras, pertenecía a;
a las criaturas de los bosques: hadas, elfos, gnomos, ninfas, las sirenas
del lago;
a las del hielo: los lobos Helkos,
los difuntos gigantes del hielo, los enanos, los elfos oscuros, caballos
Helhest, serpientes de Midgard, Trolls y Valkirias;
y los oscuros, los neófitos, vampiros, brujos, demonios y Ángeles Caídos.
Entre ellos todo era caos y destrucción, por poder. Eso se acabó con los
acuerdos entre las criaturas.
Se acordó que se alejasen del mundo de los humanos, ya que sus avances
podían hacer que muchas de estas especies muriesen por su egocentrismos y
despreocupación de la naturaleza. Marcharon a Heelis.
Los Ángeles que en aquel momentos observaron esto, decidieron separar los
dos mundos, dejando solo ciertos modos de ir de uno al otro, portales.
Decidieron también que crearían razas medio Ángeles y medio humanas para
que pusieran orden en el mundo de Heelis.
Todo iba perfectamente hasta que los Ángeles Caídos femeninos obtuvieron
forma humana y procrearon con los Ángeles.
Una vez tenían ya el fruto de tal unión, los Ángeles Caídos, los Ángeles no
podían hacer nada.
Para su suerte, las criaturas nacidas eran de corazón puro como los Ángeles
pero obtuvieron el extenso poder de los oscuros; alas, poderes y unas larga
vida en la que el envejecimiento era lento y algunos podían llegar a obtener
los doscientos años.
Este era el caso contrario de los hijos de Ángeles y humanos, así que las
Criaturas se doblegaron antes los Demoals.
Después de esto, los Ángeles Caídos al ver que su plan no había funcionado,
dejaron de procrear con Ángeles y se fueron a el Bosque Muerto, junto a las
demás criaturas que no se habían doblegado ante los Demoals, las criaturas
oscuras.’’
-Demoals- Susurró Derye.
-¿Demoals? - Preguntó una voz que conocía. Levantó
la vista con sus gruesas pestañas y le vió.
James estaba apoyado en la mesa, la estaba mirando.
Se sonrojó y deseó no haberlo hecho. James al ver eso, se parto de la mesa y
dejó de mirarla a los ojos.
La conexión de sus ojos se rompió y James
rápidamente se fijó en el libro que sostenía en las manos delicadamente.
- ¿Y ese libro? Nunca lo había visto, y mira que he
revisado cada uno de estos libros, una y otro vez.
-No lo sé- Dijo rápidamente, debía evitar el
contacto visual o se sonrojaría- Se calló de las estanterías y me gustó el
titulo así que decidí leer un poco. Mirando el libro aún le preguntó
- ¿Entonces somos Demoals?- James alzó la cejas y
el contacto visual volvió pero James no mostraba la conexión, sino interés
-Sinceramente, Derye. No se que son los Demoals,
nunca lo he escuchado y dudo que alguien lo haga hecho. No sabemos mucho de
nuestra existencia pero...
Se acercó y se sentó hombro a hombro, con Derye-
Parece que por alguna razón este libro nos la quiere mostrar.
-¿Me estás diciendo que no sabéis casi nada de
vosotros?- Preguntó sorprendida.
-Ni siquiera el más antiguo hombre de nuestra
especie, vivo, sabe mucho. Sabemos que hemos sido creados de humanos y ángeles.
Lo que no entendemos son las alas negras y porque no muchos las tienen.
-Por la sangre de demonio- Respondió rápidamente.
James estaba confuso- James, creo que acabo de encontrar vuestros orígenes,
nuestros orígenes.- Le pasó el libro.
James lo cogió entre las manos pero instantes
después el libro cambió y en su lugar apareció en su portada: Hacer pasteles y
cenas deliciosas.
Los dos intercambiaron unas miradas de sorpresa.
Todo había desaparecido. James se quedó pensativo y finalmente, soltó una
carcajada.
-¿Como he podido ser tan idiota Derye?- Volvió a
reír- Esta es la casa Real, Fertoan. ¿El reino que tiene más poder sobre los
demás, verdad? Entonces es de esperar que esta biblioteca contenga todo sobre
nuestro pasado. Al principio pensaba que era estúpida, ya que había un gran
apartado de cocina.
-¿Y que tiene que ver¿?- Preguntó Derye
sorprendida. Meneó la cabeza y le volvió a preguntar-¿James?
-Es fácil Derye. El Rey tiene un poder absoluto
¿Verdad? Entonces solo él, y su familia futura a acceder el trono, tienen derecho
a el poder. Y como dicen muchos filósofos, el saber es poder.- Dijo alzando las
manos casi instintivamente. Con los ojos bien abiertos, tal y como lo haría un
niño que acaba de descubrir algún tesoro
-Y el saber se encuentra en los libros- Completó la
frase. Cerró los ojos y los abrió con tanta estupefacción que un largo suspiro
se le escapó.
Observó directamente los azules ojos de James,
dilatados- Entonces significa que todo está en esta biblioteca, oculto...Y solo
Kyle y yo podemos acceder a los libros
-Exacto- Dijo con altiva hiperactividad.
Le hizo lucir más joven aquel gesto- Antes los
Reyes de Fertoan no se preocuparon mucho por la sección culinaria así que se
centraban en los libros que parecían importantes.
-Yo revisé está biblioteca de arriba y abajo, pero
no soy vuestro Rey, ni tengo sangre real. Por eso no encontraba nada. Después
de la batalla del decimoquinto años, nadie podía saber nada, ya que vosotros
estabais vivos, aunque no lo supiéramos.
>>Derye, eso significa que quizás en esta
biblioteca haya alguna forma de ver como derrotar en la batalla, podríamos
ganar. Incluso podríamos saber que más podemos hacer. Y todo gracias a esto y a
ti-Derye sonrió al ver la esperanza en los ojos de James.
El contacto visual volvió. James estaba eufórico y
sonreía de tal forma que Derye estaba hipnotizada. James lo notó y su actitud
también, la miró activamente. Se atraían de forma indescriptible.
Estaban tan cerca que Derye sentía la respiración
de James en su rostro, y su olor. James rozó los labios de Derye con
delicadeza, pero poco a poco la intensidad crecía y la atrajo hacia él.
Ella estaba immovil, pero sintió la necesidad de
tenerlo más cerca y pasó sus manos por negro cabello. La sensación era
increíble, era sedoso al tacto y el beso era consumista e indescriptible. Pura
atracción.
En un momento James se apartó bruscamente. Sus ojos
azules reflejaban terror en ellos y por alguna razón Derye se asustó.
Observaron que el anillo de él, junto al anillo de
ella, se iluminaban. Él se alejó más de ella.
-Esto no puede volver a pasar- Dijo seriamente él-
Es una estupidez- Derye sintió como esas palabras la rompían. Por alguna razón,
le dolió.
-Sí, es una estupidez- Dijo si mirarle a los ojos.
Empezó a decir cosas que no sentía. Estaba dolida. Él la había herido- Un
estúpido experimento- Soltó sin más. Él parecía sorprendido por sus palabras
-Y decidiste experimentar con el mejor de todos, si
quieres te podría instruir en más cosas, ya sabes- Sonrió falsamente, pero se
arrepintió.
- Creo que deberías ir a hablar con Kurt o Kyle, y
decirle lo de los libros- Dijo con la voz vacía- Me voy.
-Derye...-Comenzó pero las puertas se abrieron de
par en par. Eran Miranda y Marilyn. Estaban sonriendo.
Las dos iban vestidas idénticamente; Marilyn con un
vestido rojo que resaltaba sus ojos, y Miranda con uno blanco, pero el modelo
era el mismo.
-Estamos de vuelta- Dijeron sonriendo
- Justo para la hora de cenar.- Terminó Miranda-
Estoy deseando comer el conejo que han preparado, huele de maravilla.
-Y bueno, el consejo de el resto de reinos...Por
así decirlo su comida no es...Espectacular- Dijo con una cara desencajada
Marilyn.
Miró a su hija, tenía el rostro con una expresión
que no le gustaba a su madre, miró a James.
-Tenemos noticias- Dijo James rápidamente pero
Mirando lo cortó.
-Sea lo que sea, lo discutiremos en la cena.
Necesito comer algo decente antes de digerir tu noticia James, ha sido una
semana demasiado movida.
-Hemos descubierto como poder ganar, esta
biblioteca está llena de cosas. Cosas que nadie se ha dado cuenta hasta ahora.-
Derye se levantó y le cogió el libros James fríamente y se lo enseñó.
El libro cambió rápidamente y ella lo abrió por la
página donde una ilustración describía el misterio de su formación. Marilyn
palideció durante unos segundos y después Miranda.
-Creo...Creo que la cena puede esperar- Concluyó
Marilyn observando estupefacta el libro
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