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lunes, 30 de diciembre de 2013

Capítulo 14- Luz lunar


La constante y cambiante llama, de la lámpara a vela, dejaba a Marilyn absorta mientras escuchaba lo que, tanto su hija como James, le habían dicho. Le parecía casi imposible creer lo que estos decían, pero cuando su hija se lo mostró, no hubo ninguna duda.

En parte Marilyn esbozó una leve sonrisa. Su hija había cambiado en poco tiempo, estaba bien adaptada. Lo único que le preocupaba a su madre, era Sebastian. Ella sabía lo que Derye sentía por el heredero de Cróton; al cual, según ciertas fuentes, lo coronarían en poco tiempo.

Con sus finas; y un poco gastadas; manos, pasó hoja por hoja del libro que le enseñaba. James venía con varios libros sobre cocina y decoración. Al parecer, en ellos se encontraba su historia. Era una manera bastante inteligente de ocultarla, nadie miraría en libros sobre hacer CupCakes.

Mientras observaba el libro, un ligero aire frio le llegó por la espalda. Las puertas de la biblioteca se abrieron. Eran Kyle y Kurt. La mujer soltó un pequeño grito ahogado de sorpresa al ver a su hijo. Se parecía tanto a él. Llevaba ropas emblemáticas de los reyes de Fertoan. Pantalones negros y una camisa de un amarillo pálido, bordada con hilo de oro. Llevaba unas botas marrones oscuras. Su pelo estaba alborotado a causa, de lo que pensó Marilyn, de quedarse entre libros, buscando estrategias de combate.

-Mamá- La saludó él, con la misma cercanía de siempre. La abrazó- Menos mal que estás aquí.

-Kyle, un rey no podrá depender siempre de su madre- Soltó seriamente Marilyn, observando cada detalle del rostro de su hijo. Se había vuelto apuesto. Miró hacía sus manos, juntas a Derye, con el libro- Será mejor que los leas Kyle. Solo tú y tu hermana podéis leerlos

-Eso es definitivamente cierto- Se acercó Kurt, con los brazos cruzados- Vosotros sois hijos de Jack Fosternight, así que solo los que lleven su sangre pueden leerlo.
Marilyn miró a Miranda rápidamente, un poco desconcertada. Su hija en cambio, estiró los brazos, con las manos extendidas, y le ofreció el libro a Kyle

-Tenemos trabajo- Suspiró y dijo algo en voz baja. Kyle supuso que era algún Latinismo sobre la suerte. Cogió el libro, pero hizo una mueca y frunció la frente.

El libro que tenía un aspecto viejo e imponente, pero en un suspiro cambió al tocar las manos de Kyle, justo como con James. Kyle pestañeó y luego miró a la cálida habitación donde se encontraban todos.

-Yo- Comenzó a decir y suspiró, decepcionado- No puedo leerlo- Finalizó. Su rostro tenía una mezcla de confusión, intentaba encajar las piezas. Si el libro solo se mostraba con los que tenían la sangre de Jack Fosternight, su padre ¿Por qué no se le mostraba? Dudó un momento y miró a su madre.-¿Mamá?

Miranda palideció al ver el desencajado rostro de Marilyn. Los ojos de su hermana estaban rojos y una señal de vergüenza se le atravesó por el rostro.

-Kyle- Empezó a hablar, pero él lo había entendido todo. Tenía los nudillos blancos te tanto forzar su puño en ese momento. Sin pensárselo dos veces, soltó el libro y salió de la biblioteca, cerrando la puerta con una enorme carga de enfado.

La madre, sintió que algo se descomponía en su interior. Cerró los ojos y al abrirlos, sus ojos verdes estaban más claros, por las lágrimas. Ella miró a Derye que la miraba desconcertada

-¿Por qué Kyle no ha podido leer el libro?- Demandó. Giró levemente la cabeza, entreabriendo un poco la boca. Su gesto estaba cargado de nerviosismo.

-Porque- Se acercó Kurt con su ropa negra de siempre y sus ojos esmeraldas, totalmente neutros y oscurecidos - Claramente no tiene la sangre de Jack Fosternight- Miró a Marilyn.

-Yo – Tartamudeó. Las palabras no salían- Kyle sigue siendo tu hermano Derye… Aunque de distinto padre- Desveló con los ojos llenos de angustia. Inspiró fuertemente y Miranda le tocó el hombro, calmándola para que pudiese seguir hablando-  Su padre es Mikel – Cerró los ojos con fuerza unos instantes y los abrió- Mikel Fosternight.

***

Su cuarto retumbó cuando cerró la puerta tras de sí. Kyle se dirigió hacia su cama de sedas oscuras y se sentó, se llevó las manos a la cabeza. El rostro cambiaba rápidamente, enfurecido y decepcionado. Alternando dos diferentes caras en segundos. La poca iluminación de su cuarto, dejaban sus ojos totalmente negros por la falta de luz.

Algo le sacó de su pensamiento durante unos segundos. Alguien había abierto su puerta y estaba en ella. Por un momento, su rostro se calmó ante la estupefacción de ver a Beatrice, apoyada en su puerta.

-¿Se puede saber qué te pasa para que tires así la puerta?- Exclamó con sus expresivos ojos grises- Estaba haciendo un hechizo del creación y por tu culpa, ha salido un asco- Espetó dejando ver una rosa blanca, que en la mitad de su cuerpo estaba muerta.

-No es mi problema- Dijo tajante- Vete

-No hasta que me des una disculpa- Repuso Beatrice con la rosa en las manos aún. El contraste de su pelo blanco junto a la rosa con su vestido negro, era magnifico.

-Perdona por haberte dejado con las ganas de que te salga bien tu truco de jardinería, Beatrice- Dijo con un tono tan frío que en la habitación comenzó a haber una baja de sensación térmica impresionante.

-Oh, por favor Kyle, dilo con más sentimiento- Levantó una ceja, esperando otra disculpa más convincente. El chico se levantó y se acercó hasta donde estaba Beatrice y a escasos metros la miró fijamente.

-Lo siento, Beatrice- Dijo mirándola con una intensidad que a Beatrice le resultó desconocida. Nadie la había mirado con tanta intensidad en su vida.

-Disculpas aceptadas- Susurró con una voz suave y fina. Miró la habitación de Kyle, estaba llena de papeles. En un movimiento pasó por el lateral del chico y observó el cuarto.- Es como la de James, llena de papeles y libros antiguos

Se acercó a su escritorio y se sentó mirando la pequeña luz. Kyle estaba en silencio, la actitud de Beatrice era desconcertante

-Antes estabas ahí- Señaló la cama- Con una expresión de matar a alguien ¿Ha pasado algo?

-No es de tu incumbencia- Se sentó otra vez en la cama

-Eres mi primo, Kyle. Sí lo es- Ella le miró como miraría un adulto a un niño pequeño con una rabieta, desesperada y con poca paciencia- Cuéntamelo.

-No soy tu primo- Soltó- Quizás medio primo.

Beatrice se quedó mirándolo unos instantes, finalmente se levantó.

-Lo sospechaba- Aclaró- No te pareces a Derye, quizás en pocas cosas, pero no a Jack. Lo recuerdo de pequeña. Cabello castaño y ojos azules. No os parecéis ni en la personalidad. Derye sí. Jack tenía ese espíritu guerrero que tiene Derye. Tú, no. No sabes ni gobernar

Kyle la miró con odio y se levantó, iba a darte una bofetada pero se paró a él mismo. Recordó como el hombre que fingía ser su padre, actuaba igual que él. Se arrepintió al momento

-Está bien, me lo merecía. Me he ido de la lengua. Una dama no hace lo que acabo de hacer.

-Lo siento. Yo…-Se miró las manos- Esto, todo, me ha pillado por sorpresa. He perdido los estribos- Se sentó en la cama. Para su sorpresa, Beatrice hizo lo mismo. Se quedaron en silencio.

-Quizás le das muchas vueltas. Deberías probar cosas diferentes- Le sonrió un poco a Kyle- 
¿Quieres ayudarme a arreglar mi estropicio?- Dijo sujetando en sus pálidas manos la rosa.

-¿Cómo? Yo no sé hacer esas cosas…Por favor, ni siquiera sé si tengo las alas que tenéis.

-Las tienes. Eso se nota, un aura nos envuelve y por ellos las tenemos. Tu aura no es de un color que exactamente sea mi favorito, pero tienes aura.

-¿De que color es?- Preguntó con curiosidad, ella elevó los hombros.

-Gris. Por lo general a la gente le gusta, pero yo soy extremista. O blanco, o negro. No tengo intermedios.- Sonrió y para su sorpresa, Kyle también.

-Valla- Sacudió la cabeza y rodó los ojos. Miró la rosa.- ¿Y cómo te ayudo con esto?- Señaló la rosa. Beatrice se rio. Una risa dulce e inocente.

-Mira- Dijo llevando sus manos hacia las de ella, encima de la rosa.- Concentrare en una luz azul. Una claridad y transparencia única y especial- Miró a sus manos que emitían una luz azul, parecida al turquesa- Así. La llamamos luz lunar.

Kyle se sorprendió al ver como de sus manos emanaba una luz parecida a la de Beatrice, un poco más oscura.

Mientras las luces iluminaban la rosa, esta se fue recomponiendo rápidamente hasta alzarse del todo. Una rosa perfectamente blanca y fresca. Notó algo distinto, unas venas azules subían por la rosa, dejando una flor aún más bella. Miró a Beatrice. Está le miró también sorprendida

-Increíble- Susurró Beatrice y le miró con los ojos grises totalmente abiertos- Hemos reconstruido una TrueNight ¿Sabes qué significa eso?- Kyle negó con la cabeza- Kyle, en siglos nadie ha podido reconstruir una flor extinguida, ni un ser fósil. Intentarlo es inútil. Yo reconstruyo flores normales, pero encontré una imagen de las TrueNights y bueno, no perdía nada por intentarlo. – él seguía sin entenderlo

>> Todos nosotros, nuestra raza, tiene algún poder curativo o constructivo leve. Tú, he visto tu luz lunar, era distinta. Tu creación no tiene límites. Y el único, aparte de ti, capaz de hacer eso – Respiró- Era Mikel Fosternight

***

Hacía frio, y la luz de la luna le daba un toque más helado al ambiente. Derye estaba apoyada en la barandilla de granito de su balcón. Miraba el resto de Reinos a su alrededor. 

Distinguía muy bien los colores emblemáticos ya. A su lado se encontraba otro libro de 
cocina. Lo miró levemente y pasó sus dedos por encima, el libro cambió. Al ver eso solo le recordó la expresión de Kyle cuando no pudo leer los libros. Suspiró decaída.

-Kyle es fuerte- Dijo una voz que hizo que se le erizara el vello del cuello- Estará bien.

James estaba apoyado en la pared de su balcón, mirándola fijamente. Por un momento ella le miró también, pero él apartó los ojos. Sabía porque

-Es extraño que hace semanas le intentaras matar  y le odiaras- Soltó fríamente. No quería que James destruyera el gran muro que estaba construyendo después de la escena del beso.- 
Y ahora, hablas como si le conocieras de toda la vida.

-Sí, la gente cambia- Comenzó a caminar hasta apoyarse en la barandilla de su balcón. Por alguna razón, esa frase hizo a Derye que el pulso se le acelerara. Ella no dijo nada más

El silencio era total y desconcertante. Derye sabía que él seguía ahí, sin mirarlo. Sentía su presencia, como un aura que la atrapaba. Varias eran las veces en las que imaginaba que él se acercase a ella y se disculpase por su comportamiento en la biblioteca. Pero no lo hizo.

-Derye- Comenzó él, su voz dejaba notar la indecisión sobre ella- Yo…-No acabó la frase.

-Lo sé- Se apresuró, no quería volver a sentirse como la otra vez. Pensaba que si cuanto más rápido acabara eso, mejor sería- Fue un error de mi parte probar ese experimento. Pero una estupidez la tuya creer que solo te buscaba por esas cosas- Suspiró- Nos estábamos empezando a llevar bien como amigos, y no me gustaría que por una idiotez como aquella, acabara.

James la estaba analizando. En sus ojos azules, oscurecidos por la noche, se mostraba un poco de ¿Decepción? Quizás sería mejor haberlo dejado hablar primero, pensó Derye. Miró a otro lado durante unos segundos. Derye empezaba a irse a su cuarto pero se giró en seco al sentir como James empezaba a subirse a la barandilla de mármol.

James saltó de un balcón a otro, con una espectacular voltereta, como si lo hubiera hecho como siempre. Una vez ahí, delante de ella, se acercó hasta estar a escasos centímetros. Ella contuvo el aire, eso la había sorprendido.

-James- Dijo con ningún sentido. Solo pronunció su nombre y este la estaba mirando fijamente. Antes de que pudiera decir algo, este la besó. No era un beso dulce y suave como los de Sebastian. Era algo más. Apasionado, quizás desesperado. Notaba la respiración nerviosa de James, algo que la sorprendió. Su olor la impregnó, olía a una noche de otoño. 

Era reconfortante, pero a la vez estremecía. Él le cogió el rostro con sus finas manos. El tacto le quemaba en las mejillas- James- Volvió a susurrar

Finalmente se separó de ella, no como antes, sino lentamente. La miró. La chica estaba totalmente de un rojo escarlata, algo que a James le pareció enternecedor y le acarició las mejillas.

-No está bien, Derye- Dijo cuándo la chica le tocó el rostro- No es bueno, ni para ti ni para mí.

-Pero ¿Por qué?- Deseó una respuesta, pero no la había. Hubo unos segundos de silencio que le parecieron miles, hasta que finalmente habló.

-He estado con muchas mujeres- Dijo finalmente, con el rostro serio. Derye al escuchar eso sintió como si le hubieran dado una patada en el estómago ¿Ella sería una más?

-Entiendo- Dijo tartamudeando, bajó la vista. Sus ojos se enrojecían. Empezó a caminar hacía su habitación pero la mano de James, agarrando su muñeca, la detuvo.

-No, no lo entiendes- Soltó él- Ni siquiera lo entiendo yo. Eres tú. Por alguna razón ya no soy como antes. Y eso me preocupa, no me reconozco.- La miró pero Derye no decía nada, no sabía que decir- Nunca he sido alguien al que le importase mucho el resto. Todo lo que hago es usar a la gente, incluso a las mujeres. Entendería que no quisieras ni verme en pintura. No soy lo que necesitas- Acabó la frase dirigiéndose otra vez a la barandilla, y ligeramente volvió a su balcón. Iba a entrar a su cuarto cuando se paró en seco. Derye aún le miraba e iba a hablar pero James habló primero

- Pero contigo…No puedo ni siquiera pensar en mí mismo. Y no estoy seguro de querer reconocerme como otra persona a la que desconozco.- Finalizó, mirándola por última vez, antes de entrar a su cuarto. Derye aún estaba en su balcón, paralizada y observando las luces del cuarto de James. Dejó de hacerlo cuando estas se apagaron.

Caminó sin ganas hasta donde se encontraba su libro de cocina, lo cogió a la vez que este cambió dejando el título de: Luz lunar y elfos.

Se quedó mirándolo unos instantes, hasta que se giró. Iba a gritar pero la mano de un joven lo evitó. Le miró a los ojos, eran plateados como la luz de la luna y su cabello era dorado, un dorado pálido. Lo llevaba tranzado en la parte de arriba, dejando su frente pálida a la vista.

-No te asustes ni grites, por favor- Dijo este. Su voz era muy tranquilizadora y por alguna razón cuando bajó su mano, no gritó- Soy Galbat- Se presentó- Hijo de Cratie y Sagan, los últimos reyes de los elfos.

Derye abrió los ojos ampliamente y miró el libro que sostenía en las manos. Él elfo lo miró y levantó una ceja.

-Veo que lo habéis descubierto- Dijo en tono divertido, parecía ser alegre, y era guapo. En esto se fijó en sus orejas, era ligeramente puntiagudas.

Mientras observaba la belleza exótica del elfo, alguien saltó al balcón de James e tocó una pequeña campanilla que lanzó un ligero sonido diferente a lo que haría una campanilla normal. Sonaba al crecimiento de árboles, como las raíces movían la tierra. Se fijó en la chica. Era alta y su rizado cabello largo, la impactó. Era rojo escarlata y sus ojos grises. Sus orejas eran más puntiagudas, pero no le restaban atractivo.

James salió de su habitación, con el pelo mojado. Eso hizo que Derye tuviese ganas de tocarlo. El chico suspiró profundamente y destensó los hombros. Miró a Derye, y después a Galbat, el cual lo miró fijamente.

-James…El chico que ganó el puesto de regente a Kurt Fosternight.- Sonrió elegantemente- Me presento, soy Galbat- Señalo con la mano gentilmente a la chica- Y esta es mi hermana, Daltea.


-Hemos venido para negociar vuestra alianza- Dijo Daltea, con el rostro sin ninguna emoción. 

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