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sábado, 22 de febrero de 2014

Capitulo 15 – Tratos y desvelos


Sebastian estaba sentado, eran las dos de la madrugada. Derye no venía. Solo le quedaba media hora, pasado ese tiempo, el barco zarparía a Cróton.

Miró el bosque, aún seguía con esa vitalidad, en comparación al resto del bosque del quinto reino. Algo le llamó la atención.

Un pequeño Hado estaba intentando salir de entre unas rocas. Era azulado y tenía una graciosa gorra. Seguramente mediría lo mismo que su meñique.

-Hola pequeño- Dijo Sebastian. El Hado al verlo, intentó escapar con más intensidad de las rocas.

-No me matéis por favor- Decía el Hado con una voz microaguda. Le pareció gracioso así que le ayudó con las rocas- ¡No! ¡No me aplastéis, señor!

-No te voy a aplastar- Rió Sebastian mientras lanzaba la roca, del tamaño de su mano- Listo. ¿Estás bien?

-¿Por qué no me ha matado? ¿No quiere matar a todo ser viviente de Fertoan?- Preguntó el Hado, revoloteando alrededor de Sebastian. Él sonrió lejanamente.

-Se supone que es lo que tengo que hacer para ellos- Dijo con la voz algo distante.

-¿Tiene?- Preguntó el Hado- ¿Alguien le está obligando?

Sebastian se sorprendió de la inteligencia del Hado. Se limitó a asentir.

-¿Pero por qué? Cada uno debería ser libre de elegir- Refunfuñó el Hado- Yo elijo ayudarle. 
Me llamo Pout. Soy un gran luchador- Se aventuró a decir, mostrando sus delgados brazos- y ninguna dama Hada se resiste ante mis encantos.

-Encantado Pout, pero no me puedes ayudar.

-Claro que sí. ¿Me has ayudado verdad? Pues voy a devolverte el favor. Voy a ser tu compañero – Sentenció Pout, mintiéndose en la bolsa del Sebastian.

-Eh, espera – Se negó Sebastian- No puedes venir conmigo, voy a volver a Cróton.

-¿Por qué está aquí?- Preguntó mientras masticaba lo que parecía ser, una manzana – Déjeme adivinarlo…- Pensaba mientas reía- ¡La chica!

Sebastian rio y miró el castillo.

-Sí, quizás seas un buen compañero- Sonrió – Espero que te guste el frío.

-El frío es horrible, pero con chocolate caliente ya es otra cosa.


***


-Hemos venido a negociar vuestra alianza- Repitió Daltea. Sus pupilas grisáceas estaban clavadas en James. Parecía no tener expresión facial o emociones.

James caminó con las manos en sus bolsillos, tranquilamente. Se detuvo en su puerta.

-¿A qué esperáis para entrar?

Los elfos y Derye entraron acto seguido a la habitación de James. Derye tuvo más complicaciones para entrar. Galbat la ayudó a pasar a la otra terraza, mientras ella aún lo miraba estupefacta.

El contraste de una noche fría y oscura, a una habitación iluminada y cálida fue agradable. Derye se quedó observando la habitación de James. Era totalmente suya, como si aquella habitación estuviese impregnada de su olor.

-Sentaros- Indicó James. Galbat y Daltea aceptaron y se sentaron.

-Pronto se celebrará vuestra boda ¿Verdad?- Dijo Galbat con un toque de insistencia- Con Beatrice Fosternight, la ex futura heredera al trono Fosternight- Miró a Derye- Felicidades por su vuelta mi señora, espero que el trono le siente bien a su hermano.

-Le va bien- Se limitó a decir. Miró a James. Ella sabía que era su prometida, pero la idea de una boda le parecía muy lejana, hasta ese comentario.

-La boda no tiene fecha aún- Anunció James.

Derye sonrió para sus adentros.

-¡Valla!- Exclamó apenado Galbat- Creo que será hora de comenzar a negociar ¿Le importa mi señora, si hablo en mi lengua?- Preguntó con una semireverencia a Derye.

-Hablan latín- Le informó James a Derye- Los Romanos llegaron a ciertas zonas de este mundo, y creo que es como dice en el libro.

-Exactamente- Afirmó Daltea- Los Elfos sabemos de nuestra historia, pero no pensábamos que llegaríais a descubrirla, la nuestra o la vuestra.

-Casualidades de la vida- Sonrió James irónicamente- Al parecer el secreto está en hacer Cupcakes.

Daltea se quedó observándolo curiosamente unos instantes. No sabía el significado de Cupcakes

-Como sea- Intervino Galbat, en su idioma, con una aire gracioso e influyente- En el nombre de los Elfos, pedimos nuestras tierras.

-¿Ese es el trato?- Preguntó James. El latín de James le pareció interesante a Derye. Era preciso y totalmente musical, como lo describían.

-No- Le advirtió el Elfo- Queremos que celebréis vuestra boda con Beatrice dentro de una semana. A los Elfos siempre nos ha picado la curiosidad las bodas de los Demoals. Esa luz lunar que usáis…Y si es la boda de alguien de categoría, mucho mejor- Sonrió pícaramente-  ¿No le parece, mi señora?

Derye no respondió, esperaba la respuesta de James.

-Si es lo que desea para apoyarnos militarmente, así será. Beatrice estará encantada- Dijo James, con una sonrisa. Sonaba tan natural que parecía que ya estaba hecho.

-¡Excelentes noticias! ¿Verdad hermana?

-Sí, excelentes.

-Dicho esto- Se levantó- Nos vemos en una semana- Miró a Derye- Espero veros pronto, mi señora.

Los Elfos salieron de la habitación y se escuchó como Daltea tocaba su campana otra vez. El sonido de un ave, sorprendió a Derye. El ave se posó en la terraza, era gigante. Después, partieron hacia las montañas, desvaneciéndose junto al vuelo de la gran ave.

Pasados unos segundos, el ambiente cambió. Todo era mucho más silencioso y distante.
La constante lámpara a vela y la luz normal, dejaban al descubierto el rostro de James. Derye no le quería mirar.

-Buenas noches- Dijo antes de salir corriendo. James no la detuvo cuando pasó a su lado. No podía.


***


Caminar por los pasillos del gran castillo, no le gustaba demasiado a Marylin. Siempre le había parecido algo solitario. Mientras observaba el paisaje a través de los grandes ventanales, no pudo evitar pensar en cómo ir a la habitación de su hijo, explicarle que era fruto de su primer amor, Mikel Fosternight, hermano de su supuesto padre. Sentía vergüenza.

En el mundo humano había hablado poco con él. Mikel no podía soportar la idea de volver a palacio,  menos con la gran vergüenza que sentía. Todo lo que le había pasado. La sangre de demonio siempre estaría en su mente. Siempre.

Finalmente, llegó. La puerta parecía de púas. ¿Tan difícil era tocar a la puerta? Marylin estaba descorazonada. Se armó de valor y tocó la puerta, y esta se abrió.

-Kyle…- Comenzó su madre. Kyle la miró, y ella a él. En ese instante divisó a Beatrice al fondo- ¿Beatrice?

-Tía, hemos descubierto algo- Dijo Beatrice emocionada.

-Soy hijo del hermano de Jack ¿Verdad?- Él la miró- Pasa.

Marylin entró en la habitación, seguía nerviosa, pero en parte, estupefacta.

-¿Quién…?

-Ha sido fácil, nadie puede reconstruir una TrueNight- Miró a Beatrice.

La chica se acercó y dejó  ver algo que a Marylin la sorprendió.

-¿La habéis reconstruido?

-Sí. Según Beatrice nadie puede hacerlo, excepto Mikel Fosternight ¿Me equivoco?

Durante unos segundos Kyle esperó la respuesta de su madre. Al ver que ella no respondía se impacientó.

-Quiero saber que ha pasado. Tengo el derecho- Exigió.

-Éramos jóvenes. Me enamoré de tu padre Kyle. Mikel…-Sonrió lejanamente- Mikel era un joven encantador. Yo tenía vuestra edad- Empezó a explicar mientras se sentaba en la cama de su hijo. Beatrice y Kyle escuchaban atentamente.

>> Me acuerdo que nos hicimos novios a los dieciséis años. Él tenía mi edad, Jack dieciocho. El día que Mikel me presentó a su familia en un baile, le ví por primera vez. Fue algo intenso y magnético, pero seguía queriendo a tu padre. 

Después quedé embarazada. De ti. Mikel siempre fue un chico muy activo y seguramente tener hijos no entraba en sus planes. En cambio Jack, sí. Mikel nunca supo nada. Incluso cuando rompimos. Jack me quería y yo a él. Era un amor consumista, que aún recuerdo y siento de vez en cuando. 
Me casé con él. Él quiso reconocerte y criarte como a su hijo. Cuando tuviste tres años, nació tu hermana. Era una pequeña indomable. Todo iba perfectamente y éramos felices, hasta que llegaron los neófitos. Jack nos ayudó a escapar. 
Estaba sola en el mundo humano, Kyle. Sola. Hasta que cuando pasó una semana, pasó algo.

-¿Qué pasó?- Preguntó Beatrice, reclamando información.

-Mikel. Lo encontré a pocos metros de mi casa, por la noche. Estaba malherido. Había sido torturado por las sombras y neófitos.

-¿Entonces está vivo?

Marylin asintió con la cabeza y esbozó una media sonrisa.

-Sí, Kyle. Está vivo.

-Tengo que verle – Se levantó- Nunca he tenido contacto con un padre. El único que tuvimos, era un maltratador. Y el que pensaba que era el mio está muerto. Mamá, necesito saber cómo es.

-No sabe que eres su hijo, Kyle. Nunca se lo dije. Y si ahora lo descubes ante todos, dejarías de ser rey.

-Nunca me ha gustado ser rey de todas formas- Sonrió- A Derye se le dará mejor.

-Estoy de acuerdo con él, Marylin. No sabe gobernar.

Kyle la miró mal durante unos segundos y después sonrió.

-¿Dónde vive, madre?

-Kyle…

-Por favor.

-Está en España. Cataluña, Plaça Espanya. Consiguió influencia y se instaló en uno de los palacios. Se hace llamar Mikel Ford- Dijo Marylin y vio a su hijo salir corriendo hacía el pasillo de los portales. Sonrió.

Al instante apareció James. Había estado buscando a alguien. Beatrice.

-¿Podemos hablar?- Le dijo él.

-Claro – Respondió nerviosa.

Los dos fueron a el salón principal. Beatrice no paraba de toquetearse el cabello. Quería ponerlo de la mejor manera posible. Hacía mucho que no hablaba con James. Desde que llegó Derye. Lo había notado, pero lo pasó por alto, sabía que él estaba obligado a permanecer con ella. Y ella se aliviaba de eso todos los días.

-¿De que querías hablar?- Preguntó ella. Estaba desconcertada y sus pálidas mejillas estaban con un poco de color a causa de James.


***


Derye estaba aún impactada por lo que había escuchado antes. Unas pequeñas lágrimas brotaron de sus ojos. Estaba en el pasillo, sola. Así estuvo una hora, hasta que las lágrimas pararon.

Necesitaba comer algo, dulce. En ocasiones normales de una adolescente, se hubiera ido al congelador de su casa y hubiera comido una tarrina de helado de chocolate. Pero estaba en Fertoan, así que decidió comer algún postre que había preparado Gramare. La pequeña hermana de James. Irónico.

Una vez conseguido su postre, una pequeña tarta de queso, iba a volver a su cuarto. Caminaba sin ganas, hasta que pasó por la puerta del gran salón. Escuchó unas voces y decidió entrar. Eran Beatrice y James. Instintivamente se escondió detrás de una columna.

-¿De que querías hablar?- Escuchó a Beatrice - ¿James?

-Cásate conmigo Beatrice. Cásate conmigo dentro de una semana

-Oh dios mío, claro que sí. ¡Sí!- Dijo Beatrice dando un salto de alegría y abalanzándose a los brazos de James.

Derye se quedó paralizada, y el plato de le escapó de las manos. No quería oir eso. No quería oírlo.

El sonido del plato haciéndose añicos, llamó la atención de la pareja.

-¿Derye?- Dijo Beatrice.

La chica había sido descubierta. No les miraba. Sabía que tenía que girarse, así que trazó una gran sonrisa en su rostro antes de mirarles.

-Perdonad, había ido a coger algo para comer – Rio – Y bueno, escuché algo de la conversación- Miró a James- ¡Felicidades! Debe de haber sido muy emocionante, Beatrice.

James miraba a Derye, estaba sorprendido por lo que acababa de decir. Miró hacia otro lado, su rostro estaba distante.

-¡Claro que sí!- Dijo Beatrice corriendo a abrazarla- Y quiero que tu seas mi dama de honor. Me haría mucha ilusión.

Las primas se alejaron y Derye miró a James. Sonrió y cogió la mano de Beatrice.

-Por mi prima, lo haría mil veces. Seré tu dama de honor, Beatrice- Dijo mientras por dentro miles de cristales caian en su interior.



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