Gramare se había levantado muy temprano esa mañana.
Se sentía un poco apartada de toda esa celebración, la boda de su hermano. Había
ido a coger Loireleys, pero se llevó una gran sorpresa.
Mientras amasaba la masa de galletas, no podía
dejar de pensar en Derye.
Había visto todo lo que pasaba entre ella y James.
No se sorprendió, pero estaba enfadada con su hermano ¿Para qué casarse con
alguien a quien no quieres?
Pensaba que si hacía galletas podría ayudar a Derye
a estar mejor, en parte. Si a ella le hiciese lo mismo alguien a quien quería,
no sabía que podría haber hecho. Paró de amasar. La imagen de Kurt se le vino a
la cabeza.
Kurt, el mejor amigo de su hermano. Parecía
bastante extraño que últimamente desde que Derye había venido, ella hubiese
comenzado una amistad con Kut, por la ausencia de su hermano.
Se alegraba por eso. Sonrió, el obstinado Kurt.
Siempre lo encontraba donde ella estaba y ponía escusas ¡Incluso dijo que ella
lo seguía! Vertió la masa de galletas en moldes.
Si alguien como Kurt se fuese a casar, lo que
hubiera pasado si James no hubiera ganada la batalla del Regente…Todo sería
extraño, confuso y estaría llena de rabia. Comprendía a Derye.
Finalmente, después de tanto pensamiento, las
galletas estaban listas. Galletas de frambuesa.
Las depositó en un cesto pequeño y se dirigió a llevárselas
a Derye. Se preocupaba por ella, ella también lo hacía. Se lo demostró en
navidad, cuando le regaló una álbum de fotos. Algo muy humano, le dio gracia,
nunca se había visto en fotos.
La llegada de Derye era la llegada de la tecnología,
y sus graciosos resultados. Le hubiese gustado que ella y su hermano…
Tocó la puerta de Derye, como de costumbre no había
respuesta. Estaría dormida. Entró.
Efectivamente, la chica estaba recostada en su
cama. Su pelo se había aclarado últimamente, parecía más pelirrojo que castaño.
Era muy guapa. A veces sentía envidia de aquello, pero una envidia que una
hermana pequeña tiene con una hermana mayor.
Le dejó las galletas en su mesita de noche. Escribió
una nota diciéndole que estuviese bien, que todo iría bien, cosa que no se creía.
***
Se miraba al espejo, no le gustaba. Su imagen le
engañaba a él mismo. Un tipo vestido de esmoquin blanco. Desprendía felicidad
aquella imagen, cosa que no sentía en absoluto.
James estaba arrepentido totalmente de lo que
estaba haciendo. Miró la pulsera de Derye.
Maldijo uno y otra vez las veces que
había dejado que su corazón se abriese. Su sonrisa, su risa, ella…
Alguien llamó a la puerta. Rápidamente escondió la
pulsera de Derye y se dirigió a abrir.
Era su hermana.
A los instantes de verla, sintió dolor en la
mejilla. Gramare le había pegado una bofetada que le dejó la sensación
palpitante en su rostro.
-¿Qué...?- Comenzó a decir James pero Gramare se
adelantó y cerró la puerta detrás de sí.
-No perdonaré que hagas algo así a Derye- Dijo
frunciendo la frente- Quizás todo el mundo esté feliz por la boda, incluso
Kyle- Advirtió con doble sentido- Ya lo sabemos, James.
-Me voy a casar, era algo que iba a suceder
igualmente- Contratacó James. La miró- Quiero a Beatrice.
-Eso es mentira. Os vi.
James se sorprendió. Gramare se refería a ayer,
cuando James intercambió los objetos de cada uno, de él y Derye. De la vagante
promesa que hizo. Calló.
-No se siquiera como tienes el valor de hacerle
esto, de hacértelo a ti mismo.
-No lo entenderías- Se defendió. Cerró los ojos un
breve instante y sonrió falsamente. Una actitud que era jovial pero demasiado sarcástica-
Solo quería divertirme un poco, ya sabes. Si enamoro a esa chica, Derye- Sonrió
falsamente- Quizás pueda llevármela a la cama, junto a Beatrice. Soy una chico
Gramare, y tengo dieciocho años.
Gramare le miró con cara de asco. Su hermano se
había convertido en lo peor que existía. Sin decir nada, salió de su cuarto.
James observó cómo salía. Su actitud cambió y sus
ojos ensombrecieron. No se creía lo que acababa de decir. Quizás era lo mejor. Que
su hermana pensara lo peor, así era más fácil ocultarle lo de la alianza con
los Elfos. Tampoco tendría que decirle el motivo de esa alianza, centenares de
hombres muertos. Tenía que hacer algo, Kyle no hacía nada.
***
Derye había escuchado entrar a Gramare. Olió el
aroma de las galletas de frambuesa, pero decidió hacerse la dormida. No quería
ver a alguien con los mismos ojos que James en ese momento.
Se notaba que Gramare y James eran hermanos,
ninguno se daba cuenta cuando ella estaba dormida o no.
Escuchó como Gramare escribía algo, y luego se fue.
Se giró para alcanzar la nota, miró las galletas,
cogió una. Gramare era como su hermana pequeña. En la nota le daba esperanzas
de que todo vaya bien, sonrió levemente. No iría bien.
En ese momento pensó en Beatrice, estaba feliz e ilusionada,
era su día especial. No podía arrebatárselo. También pensó en Miranda y su
madre. No podía estropearlo.
Se levantó y se fue a duchar. Mientras el agua
corría, diversas escenas se le aparecían por la cabeza: el primer beso de
James, en el cual se apartó bruscamente de ella, su experimento. El segundo,
antes de la llegada de los dos Elfos. Parecía sincero, él mismo.
Luego pensó en los abrazos y sonrisas que había compartido
con Beatrice, sus intentos de enseñarle a usar la tecnología y su graciosa
sonrisa.
Pasó media hora en la ducha.
Cuando salió encontró a su madre sentada en la
cama. No podía dejar que viese que estaba deprimida, sonrió.
-Hola mamá- Dijo alegremente, tenía que parecer
natural.
-Hola- Le sonrió- ¿Nerviosa?- Preguntó su madre. Su
hija no respondía, la pregunta la había tomado por sorpresa- Eres la dama de
honor Derye, de pequeña siempre lo habías querido ser.
Derye suspiró y sonrió otra vez, era eso. Se
preocupó de que su madre lo supiese.
-¿Estás bien, Derye?- Le preguntó. Sus ojos verdes combinaban
con su vestido verde. Su madre era muy guapa, incluso demasiado joven.
-Sí- Sonrió por tercera vez- Un poco nerviosa, no
sé que ponerme.
-Si ese es el caso…- Comenzó su madre, enseñándole una
caja- Toma.
Derye se acercó, aun sonriendo. Le dolía la cara de
tanto sonreír. Observó el interior de la caja. Un vestido plateado, de tela
suave y con caída desde la cintura.
-Gracias, mamá- Agradeció, pero en ese momento una
lagrima cayó de sus ojos.
-De nada- Su madre la miró- Derye… ¿Qué te pasa?
-Es solo…- Comenzó, era difícil explicarlo.
-Es Sebastian ¿Verdad?- Le preguntó su madre, con
un rostro sereno y de comprensión. No, no era Sebastian. Era James, deseaba
gritarle a su madre.
-Sí…- Mintió.
- Te ha llamado o se ha puesto en contacto contigo
¿Me equivoco?- Derye negó con la cabeza.
Su madre la abrazó. Le dijo que era normal, pero
que era su enemigo.
Derye lloró, mucho. Lloró por todo lo que sentía por James, no
Sebastian. La guerra que se aproximaba ya no era lo más importante para ella.
***
El salón estaba iluminado. Grandes lámparas con
luces azules, luces lunares, daban un aspecto frio y cálido al salón.
Todos estaban allí. Los Fosternight, Los Greenhouse
y los Bianchi. Al parecer los Bianchi se quedarían más tiempo, Cróton los había
repudiado y ellos, traicionado.
Jessica Darkwouth estaba junto a su marido, Robert.
Observaban a su futuro ‘’nieto’’, el cual estaba enfrente del ventanal, junto a
Kyle. Kyle iba a dar comienzo a la ceremonia, como rey.
Derye estaba aún al lado de la puerta que conducía
al Salón. No podía, no podía. Marylin la miró. Tuvo que sonreír. Llevaba puesto
el vestido que le había dado su madre.
Marylin la cogió del hombro, y entraron. La gente
se giró para observarlas.
-Tu abuela está muy emocionada- Dijo Marylin. Era
verdad, tenía un brillo en los ojos, como cuando ves a tus frutos florecer.
-Todos lo están- Dijo Derye mientras se dirigía
hacia James y Kyle. Ella haría la función de final y dama de honor, entregarles
el vino a los novios.
James la había estado observando desde que entró.
Miró el collar escondido que llevaba, su anillo. Instintivamente llevó la mano
a su bolsillo, la pulsera.
Derye bajó la vista y caminó hasta Kyle.
En ese momento las trompetas y la música empezaron.
La entrada de la novia se acercaba.
Efectivamente así fue. Beatrice estaba apareciendo
por la puerta, vestida totalmente de blanco, a excepción la larga cola de su
vestido, dorada, como Fertoan. Su pelo blanco estaba recogido de tal manera que
parecía una de esas modelos que siempre veía en las revistas de ‘’Glamoures’’
que Derye le había dejado. Estaba preciosa. Sus ojos grises irradiaban una
alegría y felicidad demasiado envidiada por Derye. Ella la sonrió, Derye le
devolvió la sonrisa. Estaba sufriendo con aquello, pero tenía que sonreír, por
su prima, por su familia, por todo.
Por otra parte sabía que James se casaba con ella
porque la quería. Sino no hubiera estado tan feliz cuando acepto la propuesta
de Galbat.
Galbat…El Elfo estaba con su hermana, Daltea, en
primera fila. La miró maliciosamente. Estaba disfrutando con esto.
-Dicen que los elfos conocen los verdaderos
sentimientos de la gente- Le susurró Kyle. Ella entendió la sonrisa del elfo-
Debe de saber que James quiere a Beatrice, pocos Elfos vienen a las bodas, sino
son porque son auténticas.
Entonces…El Elfo se reía de ella y disfrutaba con
el acto de amor de Beatrice y James. Eso era demasiado para ella.
-¿Esta muy guapa verdad, James?- Dijo elevando la
voz para que Beatrice la escuchara. No podía aparentar estar triste, sino darle
todo su apoyo. James se giró al instante y la miró a los ojos. Ella sonreía.
Todo el mundo se sorprendió ante la actitud de
Derye, no era muy común que en una boda como aquella se hablara así. A alguno
se le escapó alguna risilla.
-Sí, es preciosa- Dijo él, se giró otra vez.
Cuando Beatrice llegó hasta James, se volvieron
ante Kyle y Derye, de tal manera que James estaba delante de Derye, y Beatrice
delante de Kyle.
Kyle comenzó con su discurso y abrimiento de la
ceremonia, les colocó el lazo de unión.
-Beatrice Fosternight- La anunció- ¿Aceptas a James
como esposo?
-Acepto- Dijo ella con una gran sonrisa, apretando
dulcemente el brazo de James apoyando su
cabeza en su hombro. James miraba a Derye seriamente.
-James…- Comenzó, pero no tenía el apellido.
-James, simplemente.
-James ¿Aceptas a Beatrice como esposa?
James miró a Beatrice. Ella sonreía. Derye le
miraba, iba a aceptar.
-Sí.
Derye rio en voz baja. Lo hizo para no llorar.
Cerró los ojos unos instante, para recordar su frase. Cuando los abrió, vertió
el vino en la copa.
-Beatrice, James- Comenzó Derye, como tantas veces
había ensayado enfrente de un espejo, con los ojos enrojecidos- Antes de beber
de la copa del final, debéis sellar con la luz lunar vuestro destino.
Galbat en ese momento puso mucho interés. Ahí
estaba, el motivo de la gran boda.
Beatrice, junto a la mano de James, comenzaron con
la luz lunar. La luz turquesa de Beatrice y la luz azul grisácea de James, combinaban
perfectamente. Pero algo los detuvo.
Las pisadas rápidas de alguien, llamó la atención
de todos. Gramare y Kurt.
-Nos están invadiendo. ¡Cróton está invadiendo
Fertoan!
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