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domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo 18- Egnys

-Nos están invadiendo. ¡Cróton está invadiendo Fertoan!- Gritó desesperadamente Gramare, Kurt estaba a su lado y seriamente se dirigió hasta Kyle y James.

La boda se había detenido, pero por una noticia aún peor.

-Milites-Ordenó Galbat a Daltea, esta se levantó y salió hacia los torreones.

-¡Que todo el mundo valla al el salón principal!- Gritó James. Se quitó el lazo de unión. 

Beatrice que quedó quieta, observándole.

-¡Kurt!- Llamó Kyle. Estaba nervioso- Prepara las retaguardias y los arqueros. Los Elfos os ayudarán.

-Entendido- Dijo y asintió. Después miró a Gramare. Se acercó a ella.

-Que no te maten- Le pidió ella.

-No lo harán- Dijo a la vez que le rozó los labios enérgicamente. Derye, junto al resto, se sorprendió de aquella escena.

En ese instante vió a James corriendo hacia la puerta junto a una parte de los soldados.

-Voy con vosotros- Dijo ella- Se luchar.

James la observó. Durante bastante tiempo la había estado adiestrando, pero no quería que luchara, lo había pensado evitar.

-Solo estorbarías- Mintió, Derye sabía luchar. Ella le miró furiosa y le cogió la espada a un guardia que pasa por su lado.

-Se luchar mejor que alguno de aquí. Voy.

El chico la miró fijamente con sus ojos azules. No quería que le pasara nada, pero ella insistiría.

-Vamos.

En las terrazas del castillo, innumerables arqueros se encontraban con la artillería.

Al frente la ciudad los militares y el ejercito de Fertoan estaban dispuestos a la lucha.

El cielo estaba nublado, parecía que iba a llover. El aviso de los tambores, anunció la batalla.

Los arqueros empezaron el ataque hacia los lobos. Gigantes lobos blancos y negros, que con sus colmillos habría despedazado a cualquier humano.

El ataque que había avisado Gramare, era de seres muy diferente a las pequeñas guerrillas que habían combatido hasta ahora. Eran las criaturas del hielo, tal y como explicaban los libros que había descubierto Derye.

Un ejército de oscuro y con una bruma negra a su alrededor.

-No puede ser…- Dijo James al ver lo que sus ojos observaban aterrorizados.

-¿Esto es diferente a lo que esperabais?- Preguntó Derye, observando también el oscuro ejército que había enfrente de sus narices. Era algo que nunca se hubiera imaginado.

-No te lo imaginas tú lo diferente que era en mi cabeza.

James dejó de mirar por la ventana, era demasiado frustrante ver ese panorama. Era hora de bajar.

Durante su descenso hacía las murallas, Derye corrió a su habitación. Necesitaba un arma, su arco Blanco.

-Vuelvo en seguido, necesito coger el arco- Le dijo a James, él asintió.

Corrió rápidamente hasta su habitación, esquivando a la gente que corría para ir al salón principal para esconderse.

Cuando dobló una esquina, había llegado. Abrió la puerta y divisó a su arco, apoyando al lado de la cómoda.

Cuando lo cogió entre sus manos, se dio cuenta de la presencia de alguien.

-Hola, Derye- La saludó Sebastian, tan tranquilo como de costumbre ¡Como si no hubiese matado a nadie, como si su ejército no estuviese ahora invadiendo Fertoan!

-Sebastian…- Dijo ella, sintiendo el áspero odio de su nombre en su boca- ¿Has venido a matarme? Adelante- Dijo apuntándole con el arco.

-No. He venido a avisarte, Derye- Dijo Sebastian, caminando hacia ella. Hizo el ademán de tocarle la cara, pero ella se negó.

-¿De qué? ¿La invasión? – Sonrió irónicamente y le miró- Demasiado tarde.

-Escápate conmigo.

-No.

-Hazlo- Dijo él, nervioso- Va a pasar algo al cual no estáis preparados, vais a morir, Derye.

-Moriremos luchando- Le dijo y salió del cuarto- Vete Sebastian ahora, antes de que te mate.

-Han convocado a un Nigromante- Dijo seriamente.

-¿Nigromante?

-Un ser que puede revivir a las criaturas de la muerte- Explicó ansioso de que ella se quedara quieta- Hace mucho una criatura se extinguió, Derye, era muy peligrosa. Él la ha traído de vuelta.

Derye siguió caminando.


***


El ejército oscuro parecía temible a simple vista. Los Elfos acabaron con las primeras tropas, solo quedaban dos más. La batalla les sería victoriosa. Aún no tenían bajas.

-¡Si seguimos así, ganaremos por Fertoan!- Gritó Kyle, entusiasta ante tal favorecimiento. Su frente estaba totalmente sudorosa.

-No tan rápido, querido rey- Dijo Galbat- Nunca hemos de dar una batalla por ganada sin ganarla aún.

-Nuestras tropas siguen intactas, y ahora somos mayor en número…- Explicó Kyle con su sonrisa y entusiasmo. Todo aquello se le borró de la cara al escuchar un sonido desde el cielo. 

Unos gritos desgarradores de oídos que dejaban la sensación de muerte.

Todos observaron las figuras de cinco dragones.

Las criaturas eran oscuras, y sus alas tenían decenas de cristales, los cuales iban lanzando a los soldados. Dejaban la misma bruma negra.

-No puede ser…- Dijo Daltea, por primera vez con una emoción plasmada en su rostro, miedo.

- ¡Corred!- Ordenó Galbat- ¡No dejéis que os toquen los cristales!

Demasiado tarde. Unos de los cristales callaron encima de un hombre. El hombre parecía intacto, incluso sonrió al ver que solo tenía una pequeña herida. Pero eso no era todo.

La herida comenzó a crecer y las venas de su alrededor, se tornaron negras. El rostro de hombre se desencajaba, el dolor era tan inmenso que las comisuras de sus labios se rompieron por el grito de dolor del hombre.

Galbat le lanzó un cuchillo a en la sien. El hombre cayó.

-¡¿Por qué lo has hecho?!- Le gritó James- ¡Podríamos haberle salvado!

-No tenía salvación- Dijo el elfo, apartándose el brillante cabello de su rostro- Enloquecen cuando los cristales les rozan. Incluso podría habernos matado.

James no dijo nada, solo es escondió debajo de su escudo, como los demás, para evitar los cristales, y seguir luchando. Desgarró la garganta a otro soldado oscuro.

Las criaturas contra las que luchaban no tenían sangre, solo un líquido negro.

-¡James!- Gritó la voz de Derye- ¡James!

El joven se giró, la chica le decía algo que él no entendía al principio.

-¡Hay que matar a los dragones!- Repitió la chica con más fuerza.

Galbat le miró, asintió. La chica tenía razón.

-Yo me encargo de esto- Dijo el elfo. Antes de que James se fuera, lo cogió del hombro y se dijo algo al oído- Estos dragones no tienen corazón, James. O les desgarras el cráneo o los domas.

James asintió y corrió hasta donde estaba Derye.

Cuando llegó, la muchacha le miró la ropa. Era un perfecto lirio manchado de sangre.
Se acercó a ella. Y ella lo condujo al primer torreón, el más alto de todos.

Ahí estaban Kurt, Gramare, Miranda, Marylin, Kyle y Beatrice.
Beatrice fue hacia James. Le besó, había estado llorando.

-¿Cuál es el plan?- Dijo kurt. Estaba caminando de un lado a otro todo el rato, desesperado por la respuesta.

-Hemos de deciros algo. Todos, por lo que hemos descubierto, sois Demoals. Todos tenéis las alas oscuras, lo cual es un misterio en Gramare y James, ellos no son hijos de ninguna casa real.

-¿Y qué pasa con eso?- Preguntó Gramare.

-Cuando alguien es un Demoal, según los libros, podemos decidir que ser vive o muere- Explicó Beatrice.

-Eso es un mito…- Comenzó James.- ¡Si fuera verdad, ya hubiéramos ganado esta guerra!

-No es un mito, es la verdad- Dijo Miranda- Solo que está incompleta.

-Solo los Demoals podéis empuñar ciertas armas, los Egnys. Nuestras antiguas reliquias- Explicó Marylin, miró a su hija- Nosotras no podemos, la sangre de los Demoals es exquisita a la hora de elegir en que generación se activa más, o menos.

-Y ahora somos nosotros- Comprendió Kurt.

-Sí.

-¿Entonces eso significa que tenemos que matar a los dragones?- Preguntó Derye.

-No es necesarios- Intervino James- Galbat ha dicho que podemos domarlos.

-¡Chicos!- Los detuvo Miranda- Eso no importa, vivos o muertos. Hay que pararlos.

-Lo que quiere decir mi hermana, es que tenéis que ir ahora. Tenéis que desplegar las alas-Les miró- Sé que no todos sabéis…

-Yo aprendí hace poco- Confesó Derye, miró a James. Derye apartó la mirada rápidamente al ver que él la miró también.

-Yo también- Dijo Beatrice. Todos se sorprendieron- ¿Qué?- Demandó enfadada- Tenía curiosidad.

-Perfecto- Se entusiasmó Miranda- Solo quedan Kyle y Gramare.
Los jóvenes se miraron. Nunca lo habían intentado.

-No sé si…- Comenzó Kyle.

-Venga, es fácil- Dijo Beatrice- Imagínate que te salen dos alas, solo eso.

-No puedo…

-Sí puedes- Se enfadó Derye- Eres el Rey de Fertoan, eres un hombre, eres mi hermano, Kyle. Si puedes.

-Tú también Gramare, te he visto intentarlo, casi lo consigues- Dijo James.

Era una situación bastante irónica, una hermana pequeña alentando a uno mayor. Y uno mayor, al pequeño.

Kyle fue el primero en intentarlo. Lo consiguió, sus alas grises se desplegaron. Beatrice le miró y dijo al en voz baja, Kyle se rio, como si fuera una broma cómplice.

Gramare lo intentó. No podía. James estuvo con ella hablando un momento. Se alejó y lo volvió a intentar, esta vez lo consiguió. Sus alas también eran grises.

Cuando lo consiguieron, el resto también desplegaron las alas, todas negras.

-Bien- Dijo Marylin, y les entregó a casa uno una daga larga, con el grabado de una cruz celtica.

-Sois seis contra cinco dragones. Sois Demoals- Anunció Miranda- Salvad a Fertoan.

Diciendo esto, los seis se cogieron de la mano. Se miraron a unos a otros durante unos segundos.


Saltaron hacia abajo, desplegando sus alas, y se elevaron.

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